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Oblicuidad

Dar la enhorabuena a Pablo Iglesias por ETA

Dar la enhorabuena a Pablo Iglesias por ETA

Un lacayo del PP en RTVE, de cuyo nombre prefiero no acordarme, le dice a Pablo Iglesias que "estará de enhorabuena" por la excarcelación de presos de ETA. Retumba la jauría mediática ante la insolencia, con la salvedad de que ningún paniaguado madrileño ha renunciado a su escaño en la tertulia televisiva en cuestión.

Con permiso, me desmarco de la algarabía. El misérrimo periodista no merece un reproche por la invectiva que lanza contra Podemos para mostrarse zalamero con sus jefes, sino por qué jamás arremetería con el mismo fierro a un jerarca del PP. De hecho, su falta de costumbre en el periodismo crítico se exteriorizaba en el nervioso barajar de papeles, y en el bajón humillado de la mirada que no podía sostenerle a Iglesias. Se avergonzaba de haber sido valiente.

Los periodistas madrileños domesticados podrían curarse fácilmente de las acusaciones de desproporción frente a Podemos. Bastaría con preguntarle a Rajoy, en la próxima comparecencia, "señor presidente, estará de enhorabuena, porque es el 29 y ya solo queda un día para cobrar el sobresueldo de Bárcenas". Por supuesto, un cachorro del PP en RTVE se cortaría la lengua antes que pronunciar esta blasfemia, y ahí radica el problema diferencial.

El drama del periodismo consiste en que su enseñanza se reserva a profesores que nunca lo han practicado, y que a menudo lo odian. Por tanto, reivindicaremos desde este rincón barriobajero la jugular interview y la killer interview que no precisan traducción. Su descripción más exacta corresponde a Janet Malcolm, en el prólogo a su antológico El periodista y el asesino.

El gran Jeremy Paxman, que repitió doce veces la misma pregunta a un ministro en directo, no entendería la polémica suscitada por la enhorabuena a Pablo Iglesias. Sin embargo, el entrevistador por excelencia y egresado reciente de la BBC dispara en todas direcciones. Confío en que mi solidaridad con una pregunta, que no con su autor, no se traduzca como respaldo al funesto periodismo cortesano que se oficia y se ofidia en Madrid.

En ese lejano país, una tal Sandra Barneda presenta el programa político más pretencioso de los contornos. Cuando Monago le muestra los extractos de su tarjeta de crédito, le pregunta solícita si los números son los asientos(?) en los aviones, antes de emprenderla contra publico.es porque "no ha aportado ninguna prueba". De carcajada salvo que presente un programa cómico, en cuyo caso le demando mil perdones por reírme.

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