Mujeres que batallan contra la violencia de género y que reivindican su papel en la sociedad marroquí han compartido sus experiencias con los chicos y chicas de Madrid Rumbo al Sur, que estos días recorren ese país para conocer algunos de los proyectos que impulsa la cooperación madrileña.

La expedición, formada por cien adolescentes, ha hecho parada en El Jadida, una ciudad 100 kilómetros al sur de Casablanca, donde han podido conocer la actividad de ASSANAA, una ONG que intenta "defender a la mujer y sus derechos", y en la que colaboran la Comunidad de Madrid y la Universidad Autónoma.

Víctimas y protectoras se han subido a un escenario para contar -algunas con el rostro oculto y otras al descubierto- el drama de la violencia machista en su país y hacer partícipes a los jóvenes en una realidad que aseguran, sólo se destapa cuando la mujer sufre palizas graves o cuando su marido la echa de casa.

El testimonio de una mujer que comenzó una "bonita historia de amor que se fue truncando", hasta el punto de que su marido intentó degollarla, ha conseguido conmocionar a los expedicionarios.

De la misma forma que lo ha hecho la joven de 24 años que, con el rostro cubierto y escoltada por su padre, ha contado cómo su ahora ex marido después de amputarle un dedo, la encerró un mes en una habitación en la que "estuvo a punto de morir" y de la que finalmente consiguió escapar.

La violencia machista en Marruecos, según reconoció hace unos meses la propia ministra de Desarrollo Social, Familia y Solidaridad, Nuzha Skalli, es "un problema muy serio y muy grave", a pesar de que en los últimos años ha habido una movilización para hacerle frente.

A pesar de ello, según la presidenta de ASSANAA, Ezzaki Malika, las "autoridades siguen siendo un poco indiferentes con el problema", al igual que la gente de la calle, que aún siendo testigo de un agresión se niega a testificar ante la policía, precisa.

Esto se debe a que "la mujer en Marruecos es como una propiedad del hombre y nadie tiene derecho intervenir", añade Malika.

Haría falta -asegura- una ley que criminalice la violencia de género y una mayor alfabetización, para cambiar la mentalidad de la sociedad.

Este último punto originó la creación de la ONG hace diez años cuando Malika y otras mujeres, profesoras en su mayoría, se reunían en cafés y en parques para intentar alfabetizar a niños, adolescentes y mujeres de la región de Doukkala-Abda (a la que pertenece Al Jadida), donde el 65 por ciento de la población mayor de 25 años carece de formación alguna.

Después, abrieron un centro y una nueva línea de trabajo dirigida a paliar la violencia doméstica y de género mediante una labor de escucha, orientación y de apoyo jurídico, psicológico y sanitario a las mujeres víctimas de violencia.

En resumen, "luchar por el sector de la igualdad, que la mujer tenga independencia económica y no dependa de un hombre, ya sea su marido o su padre", aseguran desde ASSANNA.

La ONG organiza para ello clases donde las enseñan a leer e incluso a diseñar y coser sus propios vestidos, habilidades que han mostrado a los expedicionarios y las expedicionarias de Rumbo al Sur, que incluso han hecho de modelos en un improvisado desfile de 'kaftanes', el traje típico marroquí.