La soprano española, acompañada al piano por Manuel Burgueras, demostró que, pese a los años, conserva un hermoso timbre, la firmeza vocal de las más grandes y carisma sobre el escenario.

Siempre a "piano forte", Caballé abrió el recital con una selección de piezas antiguas en italiano, aperitivo que a medida que calentaba su voz mejoraba en calidad, notable en la interpretación de "Ahi! Che forese ai miei di" del "Demonfonte" de Cherubini (1970-1842).

Luego cantó en francés composiciones de Louis Niedermeyer, Jules Massenet, Charles Gounod y Ruggiero Leoncavallo y tras la pausa regaló al público alemán seis "lieder", un estilo que Caballé, formada gran parte en Alemania, conoce a la perfección.

La última parte del recital la dedicó a compositores españoles, Joaquín Turina, Pablo Sorozábal, José Serrano y Jerónimo Gimenez.

El público la ovacionó en pie y la soprano, con un enorme ramo de flores en las manos y la sonrisa en sus labios, respondió al cariño y admiración que siempre le demostró el público de Berlín con cuatro bises y un par de estrofas del popular Vito.

Del brazo de Burgueras y vitoreada desde los asientos por sus cientos incondicionales, Caballé, desapareció inmediatamente después del escenario y del edificio, lo que decepcionó a los fans que se agolparon frente al camerino para saludar a la estrella.

Los organizadores se excusaron en su nombre: La señora Caballé prosigue muy temprano viaje a Moscú y ha decidido retirarse al hotel para intentar dormir unas horas.