Buenos Aires se hace un hueco en Palma. En unos pocos metros cuadrados el ambiente se vuelve cálido, las sonrisas amables y la boca se hace agua. Tras un mostrador, se multiplican las facturas (palabra utilizada para definir las piezas de repostería), empanadas o los más de 30 diferentes tipos de mate. Los hermanos Gastón y Ariel Tarbuch llegaron a Mallorca procedentes de Argentina y decidieron sentirse como en casa. Hace tres años inauguraban la tienda Tostus, dedicada a la elaboración artesanal de productos exclusivamente argentinos.

Entre sus clientes se encuentran Héctor Cúper, Chenoa o los más diversos futbolistas argentinos que han pasado por el Real Mallorca. Ariel Ibagaza, Leo Biagini, Federico Lussenhoff, Leo Franco, "un fanático del cañoncito de dulce de leche", o el uruguayo Walter Pandiani.

Sin embargo, a pesar de que el 80 por ciento de sus clientes son argentinos, cada vez hay más mallorquines interesados por tan suculenta iniciativa. "Muchos te sorprenden buscando productos que es imposible que conozcan, la mayoría ha viajado hasta allí". Y es que la comida "hay que probarla", afirman.

Tienen sandwich de miga, bizcochitos de grasa, empanadas, arrozaditos, conitos y alfajores. Importan unos 150 productos diferentes para la venta, y los que no, los fabrican. La acogida a su primer negocio fue tan bien, que en el portal de al lado del número 13 de la calle Ocells abrieron, al poco tiempo, un establecimiento de pastas frescas. Rabiolis, tallarines o lasañas, "en Argentina hay una buena escuela de italianos", admite Gastón Tarbuch.

A pesar de estar en un barrio, el de Son Cotoner, el negocio prosigue hacia adelante. "Es como si un mallorquín viaja a África y se encuentra un paquete de Quelitas", admite el copropietario, tal vez éste sea el secreto. La cuestión es que los dueños han apostado por una nueva iniciativa, y "la cosa continuará", admiten. Abasto es el nuevo bar y cafetería que hace cuatro meses se inauguró en Gomila.

Su nombre corresponde al de un mercado que proveía a todo Buenos Aires y que ahora subsiste como un centro comercial. Gracias a él se levantó una zona porteña "y el nombre todavía se mantiene. Es un lugar que sólo los argentinos reconocen", explican.

El establecimiento es una apuesta, "sabemos que los primeros años va a ser difícil pero la zona se rehabilitará". En el local, su último propósito empresarial, se venden helados, pastas caseras y café, además por las noches el negocio continúa. "De aquí a un tiempo también tendremos menú", auguran.