No hay luz al final del túnel, porque la crisis también ha superado la velocidad de la luz. Mio Cid Bauzá lo ha sufrido en sus propias carnes en la Universitat, donde fue casi tan abucheado como en los órganos del PP que le reclaman más cargos para los militantes que no quieren trabajar. El president empeora porque no sabe explicarse ni cuando acierta esporádicamente.

El desmantelamiento de sólo un centenar de entes parasitarios legados por James Matas es una medida higiénica, pero en manos del president se ha quedado en el drama de 800 puestos de trabajo destruidos. No resultaría creíble que yo defendiera a Bauzá, pero puedo ayudarle con los números. Si aceptamos su cálculo de un ahorro de 120 millones, cada trabajador suponía un desembolso anual de 150 mil euros –con un sueldo medio de 40 mil–, que pagábamos a escote. Parece algo caro, en una comunidad donde el salario medio declarado asciende a 20 mil. En especial, si recordamos que no recordamos a qué se dedicaban los entes públicos transformados en agencias de colocación, con un Institut d´Estudis Baleàrics que le pagaba un libro a un señor que había visitado como turista un país exótico.

Magro en vocabulario, Bauzá abusa de la palabra "despropósito", referida a la herencia de Matas. Al igual que sucede con el Metro, se podría clausurar el centenar de entes públicos, pagar un sueldo racional a los trabajadores in absentia y ahorrar una fortuna. Tiene gracia que el Govern del PP se vea obligado a cancelar el subterráneo inundable, mientras mantiene como portavoz a su artífice, Mabel Cabrer. ¿Cómo se lo explicarán a quienes lo tacharon con exactitud de bufonada? Y qué decir de Gesma, otra creación hospitalaria del PP que iba a dar "agilidad para cambiar las bombillas en un hospital". Hasta el inmovilista Tribunal Superior la censuró, ahora desaparece porque se le habrán fundido los plomos, y ni sus creadores ni sus cancerberos pagarán el desaguisado. Podemos continuar con la prisión de máxima seguridad del palacio de congresos, donde el Govern del PP adelantó en tres años el cobro de una subvención pensada para tres décadas. Ahora, otro ejecutivo de derechas se enfrenta al naufragio, porque Sant Francesc d´Antich nunca existió.

Aparte de enmendar a Matas, el PP de Bauzá comete sus propios errores. Los trabajadores mallorquines a 20 mil euros unidad han de pagar el sueldo de una "responsable de proyectos de protocolo" en Calvià, que percibe 30 mil anuales. El Consell de Eivissa cuenta con dos vicepresidencias, una más que Estados Unidos. Y el conseller Simón Gornés –será la única vez que lea este nombre en toda la legislatura– contrata como asesores a dos amigos personales. El primero le aconsejará en obra pública, un asunto en las antípodas de su cartera. El segundo le ilustrará sobre empresas, cuando tiene únicamente dos, y sobradamente cubiertas por sus respectivos gerentes.

Entre las descacharrantes medidas de ahorro del Govern Bauzá figura el traslado del personal sanitario a Son Dureta para ahorrar, salvo que la reforma del antiguo hospital se cifra en diez millones de euros. Economía pretendía vender el edificio de son Rossinyol, hasta que reparó en el detalle nimio de que no tiene la propiedad del inmueble, sino un alquiler con opción de compra. Nunca creí que Mateo Isern fuera el último de Cort en cobrar, porque se queja continuamente de su exiguo sueldo.

En un año fulgurante, Agustí Villaronga cosecha nueve goyas –derrotando al presidente de la Academia, Alex de la Iglesia–, el Premio Nacional de Cinematografía –por encima de Iciar Bollain, para quien pretendían el galardón tanto Zapatero como González Sinde– y la preselección para los Oscars –por delante de la glotonería del sobrevalorado Almodorra–. Sin embargo, no obtuvo el título de Artista del Año, otorgado por un Govern progresista que sólo condecoraba a personajes más mediocres que sus integrantes.

En apenas dos folios, la Audiencia de Palma ha tomado una decisión que ha dado la vuelta al mundo. Le Monde compara el escándalo de Dominique Strauss-Kahn con la decisión de los jueces mallorquines de que declare como imputado, por una presunta violación en Eivissa, el príncipe heredero saudí Alwaleed bin Talal bin Abdul Aziz Al Saud. Es la primera fortuna de su país y la 63 del mundo, por lo que en su currículum debía figurar una propiedad mallorquina. En los años noventa compró el hotel Maricel en pugna con los Thyssen, atendiendo a un capricho de su hijo y para convertirlo en residencia privada. Al final, negoció con Alicia Koplowitz en medio del desierto un acuerdo de explotación hotelera. También posee el George V parisino, el Plaza neoyorquino y es accionista mayoritario de la cadena Four Seasons.

Nuestra foto de hoy está comandada por Alexei Mordashov, que sólo es la segunda fortuna de Rusia y la 29 del mundo, con 18.500 millones de euros –sí, tres billones de pesetas–. Como propietario de una cuarta parte del mayorista TUI es el hombre más poderoso de Mallorca, y la penúltima semana pasó revista a sus posesiones en la isla. Con polo a rayas en el centro de la imagen, posa en el Club Robinson de Cala Serena, con el ejecutivo mallorquín Monti Galmés a su derecha y el directivo alemán Michael Frenzel a su izquierda. En el establecimiento se sirvió una cena de tapas que los visitantes compartieron con los clientes y con la hotelera Carmen Riu, otra socia del magnate ruso.

Reflexión dominical turística: "El turismo destruye la belleza que persigue".