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Tinta fresca

De Napoleón a la Gran Guerra

Evans propone en su obra maestra La lucha por el poder un viaje imprescindible a un periodo clave

De Napoleón a la Gran Guerra

Richard J. Evans (Londres, 1947) había dejado claro en su imprescindible trilogía sobre el Tercer Reich su extraordinario talento para aunar rigor, lucidez y amenidad a la hora de profundizar en los pliegues de la Historia encontrando caminos sin explorar o aportando una mirada novedosa a los lugares más comunes. Con su monumental La lucha por el poder (Europa 1815-1914) ofrece en 1024 páginas un recorrido evocador y fascinante, a la par que altamente ilustrativo, por la historia de Europa entre desplome de Napoleón y el estallido de la Primera Guerra Mundial. Hasta ahí el somero enunciado. Lo que Evans construye en su caudalosa obra es una hazaña interpretativa de la formación del mundo moderno a partir de incursiones a un territorios hecho de gobiernos, guerras y revoluciones, al tiempo que describe las mutaciones sociales, la conquista de la naturaleza o la expresión de las emociones. Un alud de materiales perfectamente cohesionado y con ese don narrativo tan frecuente entre los historiadores británicos, que no sepulta la humanidad de los personajes que cruzan las páginas sino que los convierte en protagonistas muy humanos. Y en ese paisaje humano aparecen figuras importantes pero también seres anónimos cuya lucha y transformación también sirve para comprender mejor unos tiempos de constante transformación. "La lucha por el poder", apunta el autor, "se adueñó de la sociedad europea durante el siglo XIX. Los estados ansiaban convertirse en potencias mundiales, los gobiernos aspiraban al poder imperial, los ejércitos acumulaban su poderío militar, los revolucionarios conspiraban para hacerse con el poder, los partidos políticos hacían campaña para llegar al poder, los banqueros y los industriales se esforzaban por alcanzar el poder económico, los siervos y los aparceros fueron liberados gradualmente del poder arbitrario ejercido sobre ellos por los terratenientes aristócratas". El proceso social clave del siglo, "la emancipación de grandes sectores de la población oprimida respecto del poder de sus dominadores, tuvo su manifestación más amplia en la emancipación de la mujer de su reclusión tras los muros del conjunto de leyes, costumbres y convencionalismos que las subordinaban al poder de los hombres. Del mismo modo que las feministas luchaban por la igualdad ante la ley, también en el nuevo mundo de la industria los sindicatos iban a la huelga para tener más poder sobre los salarios y sobre las condiciones de trabajo, los artistas modernos desafiaban el poder de las academias, y los novelistas organizaban sum trabajo en torno a luchas de poder en el seno de la familia y en otras instituciones sociales". Obra maestra, en definitiva, cargada de detalles, enciclopédica e incisiva, que se sostiene en un ejercicio de erudición que nunca da la espalda al entretenimiento.

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