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Arte

La memoria permanente

Fernando Sánchez Castillo, un artista que directamente acude a la historia aunque en su propuesta ésta resulte tangencial para exponer su obra.

Figura de Sánchez Castillo

Fernando Sánchez Castillo

Intransiciones

Casal Solleric

Hasta el 6 de enero

Desde los augurios del fin de la historia y la irrupción de los nuevos parámetros informativos, los hechos ya no se convierten en historia sino en vivencia lo cual supone individualizar las vicisitudes colectivas, esas cuya existencia queda relativizada en función de su actualidad. Así, hechos como las movilizaciones estudiantiles, la represión policial o la vida del dictador Franco y su icono, ya son hechos que para muchos resultan periclitados por el tiempo, aunque éstos formen parte de nuestra historia.

Estos ejemplos viene a cuento ya que forman parte del trabajo artístico de Fernando Sánchez Castillo (Madrid, 1970), un artista que directamente acude a la historia aunque en su propuesta ésta resulte tangencial para exponer su obra. Su trayectoria artística está fuertemente vinculada a los hechos sobre los que trata su trabajo, sin embargo, no utiliza éstos como base sino que trata de, a partir de ellos, elaborar un discurso plástico paralelo, enfatizando aquellos aspectos cuyo eco puede devolvernos el recuerdo de aquellos o bien apuntalar otros acaecidos sin mayor relación histórica.

Un ejemplo, las movilizaciones de los estudiantes mejicanos del 68 con los de las universidades españolas del 70. Para Sánchez Castillo ambas movilizaciones guardan relación con el mayo francés y hasta podemos alcanzar las de Tianamen. El artista se vale de esos hechos para elaborar una personal memoria desde un punto de vista plástico, dejando al espectador la voluntad de ejercer en ella una valoración estrictamente artística o validar cada pieza ya sea escultura, vídeo u objeto, entroncándola con los hechos que la inspiran.

La figura estática del estudiante anónimo actúa como símbolo de aquella represión ejercida por la autoridad "competente", pese a su imponente figura obliga al espectador a una lectura icónica más allá de su singularidad. Es una imagen que se repite en numerosas acciones policiales y aviva el debate sobre los excesos de los cuerpos de seguridad. El vídeo que se proyecta en la sala de entrada es un ejemplo más poético por la belleza de las imágenes cuya procedencia parece festiva, en cambio, el artista quiere acercarnos al miedo que el fogonazo de luz provoca en las estancias vacías, luces y sombras configuran un relato angustioso.

En cambio, en la sala contigua vemos un caballista recorriendo los pasillos y rampas de la UAM, diseñadas para facilitar el acceso en acciones represivas. Otro símbolo de la fuerza opresiva en honor al orden establecido. Las calles mejicanas diseñadas por las fuerzas represivas las muestra Sánchez Castillo tejidas por artesanos mejicanos y una amplia documentación con textos e ilustraciones sobre los que se basa toda la instalación, configuran una exposición de alto contenido histórico-político resuelto por el artista con contundencia y ejemplar vocación artística.

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