Los 450 años del nacimiento de Claudio Monteverdi están sirviendo para reivindicar su figura a nivel mundial, para reconocer a uno de los gigantes de la historia de la música, un compositor que inventó mucho sin, formalmente, haber inventado nada. Una personalidad clave, en un periodo de transición, entre el Renacimiento y el Barroco que supo aportar desde los dos periodos artísticos con un enfoque personal y característico.
Nacido en Cremona en 1567 y muerto en Venecia en 1643, partió desde el punto de vista formativo, de autores como Lasso o Palestrina pero supo evolucionar desde un concepto musical muy ligado a la palabra, al texto, como pilar sobre el que levantar sus creaciones. Fue un compositor prolífico y madrugador; de hecho con quince años ya publicó una primera colección de motetes en la ciudad de Venecia, pericia que le sería muy útil para adscribirse a la corte del duque Vincenzo I Gonzaga de Mantua. Los compositores tenían entre sus vías de supervivencia el ámbito sacro o las cortes que, con su mecenazgo, impulsaban la creación de obra nueva y en los dos ámbitos transcurrió su trayectoria vital. Fue, además, Monteverdi un músico viajero y esto le enriqueció mucho a la hora de escribir sus propias obras. Estuvo en Austria, Hungría o Flandes y en 1601 fue nombrado maestro de capilla de Mantua lo cual le obligó a proveer música para la corte, tanto para actos religiosos como para otras actividades lúdicas, festivas o sociales derivados de los usos y costumbres de la misma.
En 1607 estrenó Orfeo, favola in musica que no es el primer melodrama de la historia de la música pero que sí la primera gran apuesta con sentido lírico moderno, un hito fundacional por su novedosa capacidad expresiva, por su fuerza dramática y el empleo magistral del recitativo que acabaría abriendo un camino novedoso en una obra dramático musical en la que la polifonía iba quedando atrás para superar con creces los modelos precedentes de Giulio Caccini o de Jacopo Peri. Las líneas maestras de "Orfeo" generan un modelo que posibilita el género operístico que ha llegado hasta nosotros. El éxito de "Orfeo" propició otros encargos como L´Arianna de la que sólo conservamos el célebre "Lamento".
A la muerte de su mecenas se trasladó a Venecia y ya de maestro de capilla de la catedral de San Marcos escribió los hermosos Madrigali guerrieri et amorosi. Llegarían, más tarde, también otras dos óperas suyas, Il ritorno d´Ulisse in patria y L´incoronazione di Poppea, las compuso ya septuagenario pero no por ello deja de aportar nuevas fórmulas expresivas que las convirtieron en exitosas creaciones. Monteverdi es un músico asentado en el repertorio, tantos siglos después de su vida, porque llega al público con la emoción de lo contemporáneo. La modernidad de su música nos sigue interpelando de manera muy directa.
