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Crónica

Federico García Lorca a la orilla del Paraná

El paso del poeta por Rosario durante su medio año en Argentina

El mallorquín Pep Tosar (centro) en ´El público´, de Lorca.

El viaje de Federico García Lorca a la Argentina para comprobar el éxito que la actriz Lola Membrives y su marido, el empresario Juan Reforzo, estaban teniendo con el montaje de Bodas de sangre duró seis meses, de octubre de 1933 a marzo de 1934. De reconstruir esos seis meses se han encargado con rigor y éxito, tanto para la parte argentina como para la breve estancia en Uruguay, autores como Ian Gibson, Pablo Medina o Reina Roffé. Ahora, a esa lista de autores se suma, desde una perspectiva más local, pero no menos apasionante, Daniel Feliu (Córdoba, Argentina, 1976), reconstruyendo la breve estancia de Federico García Lorca en la ciudad de Rosario durante el mes de diciembre de 1933.

De los autores que importan acaba cobrando relevancia hasta el número que calzan o el lado que prefieren en la cama. Lo cierto es que, salvo para mitómanos impenitentes, poco suelen aportar ese tipo de minucias a la historia de la literatura y muy poco también a la mejor comprensión de la obra del autor. No es el caso del libro de Daniel Feliu, que ha sabido sortear con maestría el peligro de la inanidad.

Apoyándose en la prensa de la época, reconstruye con tanta precisión como entusiasmo el tiempo que García Lorca pasó en Rosario. Poco más de veinticuatro horas estuvo el poeta granadino en la segunda ciu­dad más importante de la Argentina. Llegó en el rápido de las doce y media del día 22 de diciembre de 1933 y se fue, de vuelta a Buenos Aires, en el tren vespertino del día 23, siempre acompañado por Pablo Suero, periodista de origen asturiano que fue su mejor guía y su más entusiasta propagandista durante aquellos meses.

¿Qué llevó a Federico García Lorca a aceptar la invitación que le hicieron para ir a Rosario? Como señala con acierto Feliu, quien echa mano de periódicos locales como Tribuna, órgano del Partido Demócrata Progresista, y de los artículos memorialistas de los periodistas Horacio Correas y Raúl Gardelli, probablemente fueron varios los motivos que concurrieron para que aceptara esa invitación. En primer lugar, habría influido el hecho de que Pablo Suero tenía excelente relación con la intelectualidad rosarina, y especialmente con el periodista Antonio Robertaccio, quien junto al empresario Luis Bravo se encargaría de llevar al astro granadino hasta Rosario, donde impartió su conferencia "Juego y teoría del duende" en el Teatro Colón la noche del 22. Pero quizá lo decisivo para que García Lorca se trasladara a esa ciudad fue que allí residía su primo Máximo García Delgado, tarambana emigrado a la Argentina en 1926 que malvivía en la ciudad y en quien el autor se inspiró para idear el novio de Doña Rosita la soltera. La familia le había pedido expresamente ayudar a ese pariente.

Los menos de dos días que Federico García Lorca y Pablo Suero pasaron en Rosario se convierten en este libro en una evocadora investigación que se mueve con soltura entre lo local y lo universal.

Contaba el pintor rosarino Julio Vanzo, uno de los que pudieron compartir algunas de aquellas horas con el poeta granadino, que cuando a éste le enseñaron, tras una verja, el río Paraná, dijo: "¡Tenéis un río! ¿Y por qué lo habéis encerrado?".

DANIEL FELIU

García Lorca, el duende en Rosario

BALTASARA, 208 PÁGINAS, 18 €

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