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Cine

Al piano...

´La La Land´ ha arrasado en los Globos de Oro y es la favorita para los cercanos Oscars. Su protagonista es un músico de jazz, género que tiene buena sintonía con el séptimo arte desde la legendaria ´El cantor de jazz´

Escena de la película ´La La Land´, escrita y realizada por Damien Chazelle.

Con ustedes, ¡la big band del séptimo arte! (Aplausos de bienvenida).

Al piano, ¡Sebastian! (Ryan Gosling en La La Land, Damian Chazelle, 2016). Él (Gosling) toca en garitos de jazz de Los Angeles (el título juega con el acrónimo de la ciudad); ella (Emma Stone) es aspirante a actriz. Ambos anhelan triunfar, asumiendo que soñar es gratis y disfrutar la vida ¿por qué no? Un musical puro, vibrante y estimulante, aunque con la duda de si llega a transmitir pasión auténtica por el jazz.

A la guitarra, ¡Emmet Ray! (Sean Penn en Acordes y desacuerdos, Woody Allen, 1999). Originalísimo homenaje de Allen a Django Reinhardt, mítico guitarrista de jazz. Belga, etnia gitana, nacido en una roulotte, estilo acelerado y magnético, llegó a tocar con Duke Ellington o Stéphane Grapelli. La trama amorosa de Penn con Samantha Morton haciendo de muda tiene también un encanto y sensibilidad extremos. Comedia agridulce de Allen que aguanta bien el paso del tiempo.

En el micrófono, ¡Jack Robin! (Al Jolson en El cantor de jazz, Alan Crosland, 1927). Está en los anales del cine como la primera película hablada (y cantada) de la historia. Adapta una obra teatral de Samson Raphelson, guionista famoso posteriormente por filmes como Sospecha de Hitchcock, y El bazar de las sorpresas o Un ladrón en la alcoba de Lubitsch. Un judío empeñado en cantar música afroamericana solivianta a su familia. Dramón intenso para un hito del cine.

Al saxo, ¡Charlie Parker! (Forest Whitaker en Bird, Clint Eastwood, 1988). No llega a emocionar o impactar del todo pero Eastwood tras la cámara y Whitaker delante son muy solventes, y se nota su sincera afición al jazz.

En los bongos, ¡Chano Pozo! (dibujado en Chico y Rita, Fernando Trueba, Javier Mariscal, 2010). Captura con trazos epatantes el ambiente de los músicos latinos de jazz que emigraron a Nueva York o París. Me quedo sobre todo con un secundario, el percusionista Chano Pozo. Otro talento perdido en el laberinto de las malas compañías, sustancias irresistibles y música irrepetible. Colaborador asiduo de Mario Bauzá y Dizzie Gillespie, murió asesinado tras una trifulca en el Harlem.

Al saxo (bis), ¡Dale Turner! (Dexter Gordon en Round midnight, Bertand Tavernier, 1986). Director muy potente, Tavernier. Inquieto, disperso, espídico, nada diletante. Sus personajes están siempre en ebullición, luchando con y contra sus virtudes, aristas, vicios y contradicciones. Un músico profesional y de renombre, Dexter Gordon, logra una gran actuación no autobiográfica gracias al cineasta galo.

A la batería, ¡Andrew Neiman! (Miles Teller en Whiplash, Damien Chazelle, 2014). Sí, el anterior filme del director de La La Land. Más que sobre el jazz es sobre la pervivencia ¿y pertinencia? del ´la letra con sangre entra´. La trama del instructor tirano (Oscar merecidísimo a J. K. Simmons) y las guerrillas soterradas tras los instrumentos es tan intensa que eclipsa la música, pero aun así se muestra la vidilla en las academias musicales, la vocación de sus alumnos.

Entre bambalinas, ¡Seldom Seen! (Harry Belafonte en Kansas City, Robert Altman, 1996). Cuesta entender por qué pinchó Altman con esta película, teniendo como mimbres la escena jazzistica de los años 30 en la ciudad del título. Se permite además el debatible juego de músicos modernos sobre temas clásicos. Aun así, merece ser vista por los aficionados a esta música.

Y en el garito vecino, los (varios) ¡notables! (documentales): Let´s get lost (Bruce Weber, 1988) muestra el contraste entre el gozo de la música y el pozo de la vida del trompetista Chet Baker. Thelonious Monk straight, no chaser (C. M. Zwerin, C. Blackwood, 1988) rastrea la complejísima personalidad del inventor del jazz progresivo (en inglés, por cierto, hay publicadas varias biografías interesantísimas de su mecenas, la baronesa Nica Rotschild). Keep on keepin´ on (Alan Hicks, 2014) saluda a Clark Terry, uno de los pocos músicos que tocó con Duke Ellington y Count Basie, y mentor de Miles Davis. Jazz on a summer´s day (Aram Avakian, Bert Stern, 1960) se postra en el Festival de Newport ante Louis Armstrong, Gerry Mulligan, Mahalia Jackson o Thelonious Monk. Wild man blues (Barbara Koople, 1997) graba los siseos del clarinete de Woody Allen en uno de sus conciertos.

Esperan turno en el camerino (futuro artículo) los músicos de blues y soul, igual de (bien) asociados con el cine. Larga, merecida, vida al jazz en el cine, no sólo como facilón comodín de bandas sonoras.

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