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Música

Pasión por Juan Diego Flórez

El tenor celebró en el Teatro Real de Madrid sus veinte años de carrera acompañado por la Orquestra Simfònica de Balears dirigida por Pablo Mielgo y aprovechó para presentar su proyecto de inclusión social Sinfonía por el Perú

Un momento del concierto celebrado el 4 de octubre en el Teatro Real de Madrid.

Aún me acuerdo de cuando un jovencísimo Juan Diego Flórez, en los rossinianos veranos de Pesaro, se lanzó sin red a afrontar la sustitución del enrevesado rol de Corradino en Matilde di Shabran. Supuso un verdadero fogonazo, la sensación de estar ante el inicio de una carrera más que relevante en el mundo de la lírica. Luego llegarían otras óperas, sus conciertos en España, uno de ellos apoteósico en La Coruña, otros en Oviedo, y tantas actuaciones que confirmaron ya de manera clara que estábamos ante una de las más relevantes voces del inicio del siglo XXI. Desde entonces, su carrera lo ha asentado con fuerza en los teatros más importantes y se ha convertido en una estrella internacional con legión de fans que siguen sus actuaciones. Todo ello lleva acompañado un estatus, una capacidad de acción que Flórez está aprovechando de manera impecable para sacar adelante un gran proyecto social que merece la mayor difusión sobre una obra que hace y hará mucho bien en su país natal.

El pasado 4 de octubre aprovechó para celebrar estas dos primeras décadas de carrera en el Teatro Real de Madrid y lo hizo con un sensacional concierto en el que repasó algunos de los más célebres roles de su trayectoria acompañado por la Orquestra Simfònica de Balears y de Pablo Mielgo, uno de los nuevos directores españoles que mejor están trabajando. Como no podía ser de otra forma, Rossini tuvo un protagonismo más que relevante con una primera parte íntegramente dedicada a sus óperas, pero también fue desgranando, tras el descanso, otros compositores como Gluck, Massenet, Offenbach o Donizetti que permitieron comprobar su técnica prodigiosa, capacidad de comunicar con el público y espléndida salud vocal. Todo un alarde planteado con su enorme carisma y la desbordante energía que siempre lo ha caracterizado. Incluso aprovechó, él mismo a la guitarra, para desgranar algunas de las más conocidas canciones populares peruanas.

Pero, sin duda, uno de los hitos de la noche fue la conexión en directo con el Auditorio Telefónica -la compañía es una de las más importantes mecenas del proyecto- en Lima para presentar en nuestro país a la orquesta Sinfonía por el Perú, estando al frente de la misma el director asturiano Hugo Carrio, que ya tuvo fuerte implicación en el Sistema de Orquestas de Venezuela.

Sinfonía por el Perú es un proyecto de inclusión social en el que, organizado en diferentes núcleos, se trabaja con las capas más desfavorecidas socialmente para conseguir resultados a través de la música. Y estos llegan con fuerza y más aún al tratarse de una aventura que está en pleno proceso de crecimiento. La voluntad de Flórez es la clave de todo, aquí también se percibe su energía y está volcando recursos ingentes para conseguir que todo ello salga adelante. Mario Vargas Llosa presentó el concierto y dijo que Juan Diego Flórez era una de las mejores cosas que le habían pasado a Perú en los últimos años. No cabe la menor duda.

Ojalá su ejemplo cunda en otros compañeros de profesión tan acomodados en sus burbujas de bienestar y que, además, tengamos muchos años de Flórez para festejar sobre los escenarios.

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