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Paseo de ronda

La ciudad de los tres ríos y los Siete Reinos

Rodaje de ´Juego de tronos´ ante la catedral de Girona. Empordà

Para volver a Girona hay que besarle el culo (con perdón) a una leona de piedra, a los pies de la basílica de Sant Feliu. No recuerdo haber caído jamás en semejante superstición, tan poco higiénica; a pesar de lo cual, he tenido la suerte de regresar a este enclave mágico de piedra entre tres ríos, uno de los lugares más bellos que recuerdo, y son unos cuantos que albergo en la memoria. A los souvenir típicos: las moscas patrióticas del sepulcro de Sant Narcís (que sólo picaban a los franceses) y las hojas de platanero del parque de La Devesa, se han sumado ahora los bibelots relacionados con Juego de tronos, rodada en los escenarios medievales de la ciudad.

El Museu d´Art de Girona (al lado de la catedral gótica) alberga, hasta bien entrado el próximo otoño, una exposición que recoge las andanzas de Santiago Rusiñol por la comarca. La colección permanente incluye el fantasmagórico lienzo Entrada al cementiri de Sóller a la nit de aquel creador bohemio que nos bautizó como La isla de la calma. Después hay que tomarse algo en Le Bistrot, en la cuesta de Sant Domènec, que viene a ser algo así como la Costa de sa Pols de Palma, en los aledaños de la Biblioteca de Babel, pero infinitamente más impresonante por la belleza del entorno.

Cincuenta personas salvajemente asesinadas en un club homosexual en Orlando, Florida. Regreso a Albert Camus: "Luchamos por ese matiz que separa al sacrificio de la mística, la energía de la violencia, la fuerza de la crueldad; por ese matiz aún más leve que separa lo verdadero de lo falso y, en fin, al hombre que esperamos de los dioses cobardes que ustedes reverencian". Es un fragmento de las Cartas a un amigo alemán, que se publicó en 1943. Por supuesto, Camus no se refiere a la religión, que respetaba, pese a no ser creyente; sino a las furias ideológicas de los nazis de entonces, de los terroristas de ahora.

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