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Narrativa

Vila-Matas cree en el arte moderno

En ´Marienbad eléctrico´, de la mano de Seix Barral, vuelve a plantear su brillante juego de equívocos y conexiones literarias a partir de sus conversaciones con la artista conceptual francesa Dominique González-Foerster

Vila-Matas en el centro y, a su izquierda, Dominique González-Foerster.

Un inteligente juego artístico de referencias, equívocos, guiños al arte y ensayo, el intercambio de ideas y conceptos que se cruzan en planos diferentes pero buscándose. Es lo último de Vila-Matas, una obrita de encargo, pero con cargo a su inteligencia desmedida y neurótica por cruzar las líneas de la realidad sistemática. Es Marienbad eléctrico un texto que toma como punto de partida las conversaciones que desde hace casi una década ha mantenido con la artista conceptual francesa Dominique González-Foerster, una de las más reconocidas de la escena internacional.

Este tipo de artificio literario y artístico, de llevar al campo escrito la contaminación intelectual de artistas que se expresan en terrenos distintos, no es muy común en España, pero sí en tradiciones como la francesa o la anglosajona y también en países de América Latina. Vila-Matas sí es rey de ese mestizaje, ese tránsito constante por la crónica, la autoficción, el ensayo y el relato que caracteriza una obra como la suya y que encuentre en Marienbad eléctrico un aliado perfecto.

El juego es infinito, muy del gusto de Vila-Matas. Lo hace mezclando a Matisse y su Ventana abierta a Collioure, o la película El año pasado en Marienbad de Resnais, con guión de Robbe-Grillet e inspirada, a su manera, en la novela del argentino Bioy Casares La invención de Morel, o también en una de las míticas del arte y ensayo El estado de las cosas, o con Rimbaud, como inquilino solitario de una habitación imaginaria. Es la "absoluta fe en el arte" que une a Dominique González-Foerster y a Vila-Matas, la idea motor de este delicioso libro que permite al autor ahondar en su concepción del arte moderno tal como lo hizo en su anterior trabajo, Kassel no invita a la lógica. En Marienbad eléctrico Vila-Matas hace de nuevo ese ejercicio único de mostrar una literatura que siempre habita en las fronteras, fronteras ideológicas, porque es amigo de mezclar géneros, de convocar voces distintas de la suya propia, de enredar el hilo argumental con diferentes exploraciones hacia territorios que van más allá del estricto flujo de la narración. Pero también sus personajes y sus temas y las propias historias que cuenta tienen ese sello atípico de lo que no encuentra una localización precisa. Por ello, apreciar su literatura no quiere decir otra cosa que entender su mecanismo de representación. O su método, que no es otro que el de las conexiones literarias que el mismo autor fue diseñando a través de los años.

Pero en ese juego de equívocos, de intercambios jugosos de invenciones artísticas y obsesivas de ambos personajes, de Dominique y de él, basados en las conversaciones que desde 2007 mantienen periódicamente en el café Bonaparte de París, Vila-Matas no olvida que es lo inequívoco, su piedra angular, por eso dice: "Sólo vivimos realmente a medida que leemos nuestra historia, trascendiéndola. Porque solo la literatura es verdaderamente trascendente". Es decir, concibe la literatura como una necesidad, no sólo personal, sino humana, aquella que nos permite ser plenamente humanos. Y utiliza para ello la declaración que hizo Duchamp al respecto: "Creo que el arte es la única forma de actividad por la que el hombre como tal se manifiesta como verdadero individuo. Sólo gracias a ella puede superar el estadio animal, porque el arte es una salida hacia regiones donde no dominan ni el tiempo ni el espacio".

ENRIQUE VILA-MATAS

Marienbad eléctrico

SEIX BARRAL, 128 PÁGINAS, 16,50 €

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