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Narrativa

Kurt Vonnegut: sonría, otra vez, al pajarito

Fotograma de ´Matadero Cinco´, sobre relato de Vonnegut.

Si el mundo no fuera tan puñetero y enrevesado y los seguidores de Bauman no se pasaran la vida dando la paliza con el concepto de liquidez, que más que pensadores parecen banqueros o peces de colores, se podría decir que Kurt Vonnegut, el gran Vonnegut, ha sido siempre un autor líquido, entendiendo por esto no a un señor que escribe sobre sistemas hidráulicos mientras sujeta una flor de nardo, sino a un tipo, él, que ha sabido construir una literatura cien por cien inapresable, con tantas lecturas de fondo como la casa de Zenón de Elea con un reloj de pared. Decía James Joyce cuando acabó Ulises que había escrito una novela que desesperaría a la crítica trescientos años después, y un poco de eso le ocurre a Vonnegut, aunque no, ni mucho menos, por las mismas razones -su escritura es infinitamente más cristalina-; en su caso, la dificultad, que a veces se torna en imposibilidad, se desplaza a la amarga sensación de que con independencia del foco de análisis que se adopte, siempre se va a ser irremediablemente injusto; porque Vonnegut es mucho más que un brillante diletante de la ciencia ficción, un filósofo humanista y un prosista electrizante, de los que noquean en cada página al lector.

Todas esas circunstancias, que más que avatares son virtudes, confluyen, y de qué modo, en Matadero Cinco, pero también en Cronomoto, una obra excepcionalmente bien presentada por Malpaso -ay, todavía existen editores divertidos y con sentido del oficio- que, de manera inadmisible, permanecía hasta ahora inédita en español. En esta novela, la última que escribió el autor americano antes de darse al ensayo, las anotaciones y despedirse de este mundo, él que habitaba en tantos mundos, Vonnegut parte de un argumento de intriga tipo Philip K. Dick que embelesaría a todos los amantes de las distopías físicas y la si-fi: un terremoto sucedido en 2001 obliga a la raza humana a retroceder diez años antes, pero no como un regalo para prolongar la juventud; lejos de poder volver a disfrutar de su tiempo, los personajes de Cronomoto están condenados a reproducir, sin posibilidad del más mínimo cambio, cada gesto y cada decisión. La idea es lo suficientemente mesmerizante y contagiosa como para justificar un bestseller y hasta una adaptación al cine con Tom Cruise, pero, como bien saben sus adeptos, Vonnegut no se detiene a las primeras de cambio ni gusta de moverse en línea recta; Cronomoto es, en este sentido, toda una brillante miscelánea, un híbrido entre memorias, metaliteratura, teorías y pequeñas notas de relatos en paralelo al que sólo le falta poner un parque en la mitad de sus páginas e invitar a merendar al aire libre al lector.

En esta novela, casi un falso testamento, se encuentra, en generosas dosis todas las marcas de la casa: el alter ego Kilgore Trout, remedo del malhadado escritor Theodore Sturgeon, las huellas del trauma y el relativismo moral de los vencedores en la Segunda Guerra Civil -Vonnegut fue uno de los supervivientes de la batalla de las Árdenas-. Todo ello sin renunciar por supuesto a su estilo musical y cómico y a su elevado sentido ético, que le conduce a un análisis que flota entre el humanismo y un cierto canto continuo a la libertad no exento de derrota. Cronomoto, acaso su novela menos tramposamente autobiográfica, está surcada por múltiples referencias a la desgraciada vida familiar del autor, repleta de muertes prematuras y suicidios. El viaje en el tiempo que plantea la novela es, en puridad, un viaje también ético. Cuando los personajes llegan de nuevo a la fecha en la que se produjo el temblor, se acaba la reproducción y retorna lo que el autor llama libre albedrío, entonces el discurso de Vonnegut se vuelve hacia la reflexión sobre los automatismos -muy acelerados con la tecnología- y el peso de la voluntad. Una novela que es, simultáneamente, un libro, sarcástico y, de una manera heterodoxa, esperanzador, acerca de la muerte. Sin cuentos morales y religiosos. Vonnegut y su legado en estado puro: leer todavía es la gracia de leer.

KURT VONNEGUT

Cronomoto

Traducción de Carlos Gardini

MALPASO, 235 PÁGINAS, 19 €

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