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Rizando la historia

´El hombre en el castillo´, la obra menos científica de Philip K. Dick, es una de las ficciones más perturbadoras del siglo pasado. Una serie de televisión norteamericana devuelve merecidamente al autor a la primera plana

Secuencia de la serie de televisión ´El hombre en el castillo´.

He comenzado a releer, con curiosidad y ganas, El hombre en el castillo, novela publicada en 1963 y que obtuvo el premio Hugo de esa especialidad. Medio siglo después se ha adaptado por fin a un medio audiovisual. No cine, sino una serie televisiva. Más novedoso aún es quien la promueve, nada menos que el imperio del comercio electrónico Amazon. El cual, visto el éxito de operadores como HBO o AMC, se ha lanzado a la piscina de la producción propia para ofrecérsela a sus clientes Premium.

La obra entra en una doble categoría, la ciencia ficción ´blanda´ (más enfocada en las historias personales que en la tecnología o ciencia) y la ucronía (historia alternativa, invertida en este caso). En el momento de su publicación (1962) despertó cierto revuelo por su propuesta argumental: El Eje ha ganado la Segunda Guerra Mundial, Japón y Alemania se han repartido a medias el territorio de Estados Unidos y están a punto de enzarzarse entre ellos en un equivalente a la Guerra Fría. No falta un rizo de metaliteratura, en forma de una novela prohibidísima (titulada Una langosta se ha posado) que plantea, con variantes sobre los hechos reales, un mundo en el que los aliados han vencido y sometido a alemanes y japoneses.

Philip K. Dick, para los neófitos o con memoria menguante, es uno de los escritores más destacados de la ciencia ficción del siglo XX. Para los cinéfilos es el autor de la obra que dio pie a una obra maestra del género, Blade Runner (Ridley Scott, 1982).También de los argumentos de Desafío total (Paul Verhoeven, 1990; Len Wiseman, 2012), Minority Report (Steven Spielberg, 2002), Paycheck (John Woo, 2002), Una mirada en la oscuridad (Richard Linklater, 2006) y otras menos conocidas. E incluso, aunque sin reconocimiento en los créditos, de la semilla de El show de Truman. También es muy patente su influencia indirecta en Origen, Matrix, ¡Olvídate de mí!, Donnie Darko, eXistenZ o Dark City.

Para los amantes de la ciencia ficción, K. Dick es fascinante porque es el que ha llevado más lejos tramas, planteamientos, con mundos o universos paralelos. Ese tipo de tramas las llevó a extremos de originalidad y complejidad que muy pocos autores han sabido igualar. Una de sus obras más extremas, Ubik, lleva décadas con sucesivos guionistas intentando -sin éxito hasta ahora- adaptarla.

Los temas, las inquietudes de K. Dick son un reflejo casi especular de sus circunstancias vitales. Tuvo una personalidad complicadísima. Se le diagnosticó esquizofrenia y paranoia, abusó de las drogas, cargó con el trauma de la muerte muy prematura de su hermana melliza, le apasionaban la teología, la metafísica, la telepatía, la parapsicología. Siendo carne de frenopático, aunque tuvo una vida nada tranquila ni desahogada (cinco matrimonios, dificultades financieras crónicas, un intento de suicidio), logró sin embargo canalizar gran parte de esos fantasmas, ese torbellino, en unas obras de gran calidad. Reconocidas por sus colegas, lectores selectos, cineastas y por el público que disfrutó esas adaptaciones.

El hombre en el castillo es muy interesante también por su reflexión histórica. Si Hitler no hubiera ido tan lejos en su megalomanía y absolutismo, o si hubiera sido sustituido como plantea K. Dick, ¿hubiera sido capaz el régimen nazi de pervivir varias décadas más? Recordemos que la expansión geográfica, las purgas internas y los genocidios selectivos que hizo Stalin tras la guerra fueron igual de despiadados que los nazis, y sin embargo pasaron muchas décadas hasta que cayó el régimen comunista. En el bando oriental se puede elucubrar algo parecido. Si el emperador o los militares nipones hubieran sido más inteligentes, quizás los norteamericanos no hubieran podido resistirse a ellos. Hay muchos precedentes de regímenes totalitarios y belicosos, en el fondo o en la forma, que han aguantado largos períodos de tiempo. Esa inversión del resultado no es tan implausible como parece.

La obra está disponible en edición impresa (Booket) y electrónica. La serie de televisión, por desgracia, no tiene fecha anunciada en nuestro país. Depende de que Amazon lance su oferta audiovisual, o que llegue a un (improbable) acuerdo con algún operador audiovisual o teleco nacional. El resto de obras y adaptaciones al cine de K. Dick también se reeditan o emiten con frecuencia. Y sobre futuros proyectos, el más notorio es la rumoreada segunda parte de Blade Runner.

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