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Paseo de ronda

El disfraz de Halloween: monolito de Feixina

Fotograma de ´La escopeta nacional´ de Luis García Berlanga.

Discrepo en esto de mi estimado José Carlos Llop y coincido con mi no menos apreciada Pilar Garcés. Sí, yo volaría el monolito de sa Feixina, a poder ser con música y fuegos artificiales, como en V de Vendetta. La de ratos que he pasado en la agradable terraza del bar de esos jardines preguntándome cómo era posible que continuara allí plantado. Deberían haberlo derribado hace un montón de años, como hicieron alemanes e italianos con los monumentos de nazis y fascistas.

Porque han pasado nada menos que cuarenta años de la muerte del dictador, así que cumplimos cuatro decenios de la Transición a la democracia, y es por eso que la Universitat de les Illes Balears dedica a aquel periodo un ciclo de cinco películas, que se irá desarrollando los martes 3, 10, 17 y 24 de noviembre y 1 de diciembre, a las seis de la tarde, en el Teatre Municipal Catalina Valls de Palma (Passeig Mallorca. 9), con entrada gratuita y presentación a cargo de un servidor de ustedes. La primera proyección. el martes que viene, La escopeta nacional, de Luis García Berlanga, genial parodia del último franquismo.

Hablando de cine, el viernes pasado finalizábamos en el Castell de Bellver el ciclo de charlas y largometrajes Els templers: història i misteri, incluido dentro de las Nits gótiques que conmemoran el séptimo centenario de Ramon Llull. Antonio Ortega Villoslada, doctor en Historia Medieval, nos situó en su contexto el Ivanhoe de Richard Thorpe (1952) sobre la novela homónima de Walter Scott y además trazó unas cuantas pinceladas sobre el poderío de la Orden del Temple en el mar, ya que hasta disfrutaron de puerto propio en Palma, más o menos donde hoy se alza la gasolinera de las Avenidas.

Un último apunte cinéfilo en forma de homenaje a la pelirroja Maureen O´Hara y a su apasionado beso con John Wayne, sacudidos por el viento de Irlanda, en una escena de El hombre tranquilo, de John Ford. Muchos años más tarde Steven Spielberg rindió homenaje a aquella secuencia en un fragmento de E.T., con la que tanto lloramos aprovechando que en el cine no nos veían.

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