Un catedrático dice,
digamos que con ahínco,
que no hay que jubilarse
hasta los setenta y cinco,
claro que el figurón este
frecuenta a los empresarios,
aunque sin ver ni de lejos
a un puñetero operario.
Si trabajas hasta entonces
con todo tu magisterio
te jubilarás un día
y al siguiente al cementerio.
Si naciste en los sesenta
y no te han prejubilado
que lo sepas no está mal:
puede que estés fastidiado.
Qué sensación da
que te quieran atrapar.
¡Es horrible!