En vino dulce se relaciona tanto con la iglesia, por ser el elegido para la celebración de la Misa, como antaño se convertía en protagonistas de reuniones sociales. Mallorca, de unos años a esta parte, comienza a recuperar sus vinos dulces en los últimos tres lustros, especialmente utilizando variedades autóctonas, tanto tintas como blancas, con personalidad propia. Dentro de los blancos dulces autóctonos nos encontramos con el Dolç Blanc 2012. Lo elaboró, con sabiduría, la bodega Macià Batle, situada en santa María. Se realizó con la variedad isleña Prensal Blanc, cuyas uvas fueron recolectadas y seleccionadas manualmente. Su fermentación fue más prolongada, siguiendo un envejecimiento en barrica francesa, durante un año. Con reposo prolongado en la misma bodega, ya embotellado. Muestra un tono oro viejo. Hay fruta golosa en sus aromas. Varias notas balsámicas y de repostería fina asoman en el paladar, con equilibrado grado.
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La cata