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Los Valladolid

Una saga mallorquina de abogados

Padre, tres hijas y un hijo, especialidades diversas, un mismo bufete. Ese es el carné profesional de la familia Valladolid, conocida en el Colegio de Abogados como "la saga"

Cristóbal Valladolid Rosselló, 71 años, fue piloto de complemento del Ejército; al abandonarlo, en 1984, le dio por fundar una compañía aérea, Canáfrica Transportes Aéreos, para, poco después, embarcarse en otro proyecto, Antillana de Navegación Aérea, creada con quien después ha sido el patrón de Air Europa, José Hidalgo. A todo eso, Cristóbal Valladolid contrajo matrimonio con una ciudadana inglesa y tuvo cuatro hijos: Apolonia Juana, Juana Lilian, Lucía Linda y Juan Jaime Valladolid Cushion. Cristóbal aspiraba a que sus hijos cursaran ingeniería aeronáutica, pero también deseaba que no tuvieran que depender de nadie para ganarse la vida. En definitiva, los quería autónomos. Ello hizo que lo de la ingeniería quedara aparcado y, contando con la predisposición de los cuatro, a los que la abogacía les llamaba la atención, se decantaran por el Derecho. Cuatro hijos, tres chicas y un chico, embarcados en la misma carrera, a la que progresivamente se iban incorporando. Los fundamentos para acabar montando un bufete de abogados compartido se habían puesto. Faltaba construir el edificio, porque Cristóbal no había cursado Derecho. Decidió hacerlo, iniciándolo cuando sus dos hijas mayores ya estaban enfrascadas en ello. Así que junto a Apolonia Juana y Juana Lilian, de 43 y 42 años en el momento presente, se matriculó en la UIB. Dos años después, Lucía Linda, de 40 años, siguió la senda abierta para completarla Juan Jaime, de 33 años.

El siguiente paso estaba planificado desde casi el primer momento: abrir despacho profesional en Felanitx, con la pretensión, plenamente cumplida, de extender su ámbito de actuación a toda Mallorca. Hoy el bufete Valladolid es sobradamente conocido en el mundo jurídico de la isla y no son pocas las anécdotas que jalonan su actuación profesional.

Bachillerato de ciencias

Que la idea original de Cristóbal era la de que sus hijos se encaminaran hacia la ingeniería lo constata el hecho de que las chicas mayores iniciaran el bachillerato de ciencias, pero dado que se había desprendido de la compañía aérea, Cristóbal consideraba peliagudo que pudieran acceder a un trabajo plenamente autónomo, que era el objetivo que supo inculcar a los hijos. "Para ser autónomos les sugerí que estudiaran Derecho -cuenta- y la idea les gustó, les pareció bien". El bufete se abrió en 2001, cuando la hija mayor, Apolonia, había obtenido la licenciatura y dado de alta en el Colegio de Abogados. Se especializó en Derecho Civil y, con el tiempo, en Urbanístico. Dos años más tarde entra en el despacho la segunda hija, Juana, quien, una vez colegiada, se encamina hacia el Derecho Hipotecario para acabar recalando en el bancario, hoy uno de los de moda en la profesión por el asunto de las cláusulas suelo. El padre, mientras tanto, atendía el negocio familiar, un restaurante, al tiempo que seguía batallando con las asignaturas de la carrera hasta obtener la licenciatura, colegiarse y pasar a incorporarse plenamente al bufete. Lucía, la tercera hija, finaliza la carrera optando por el Derecho Penal, con dedicación especial a la violencia de género. En 2012 llega al despacho Juan Jaime, que también se especializa, al igual que Lucía, en Derecho Penal.

El círculo se ha completado. El padre y los cuatro hijos comparten despacho. Es, llamémosle así, un nuevo negocio familiar el que han puesto en marcha, un negocio probablemente único en Mallorca, puesto que no hay constancia de otro bufete de abogados en el que, al mismo tiempo, trabajen padre y cuatro hijos. No es de extrañar que en poco tiempo en el Colegio de Abogados se les denomine "la saga". Cristóbal precisa que "lo que hice fue estudiar Derecho a mi ritmo con las dos mayores, un par de asignaturas por año, ya que no podía descuidar los negocios, colegiándome en 2011". La colegiación de Cristóbal Valladolid resultó especialmente emotiva, llenándose el Colegio de Abogados para asistir a la misma. Es tradición que el nuevo llegue acompañado de un padrino, otro colegiado de su elección. Cristóbal tuvo dos, fueron madrinas, Apolonia y Juana, las dos hijas mayores. Al llegar Lucía y más tarde Juan Jaime, en el despacho de Felanitx se colgó, al menos por el momento, el cartel de completo, a la espera de que los nietos hagan acto de presencia, cosa que Cristóbal no descarta en modo alguno que acabe por ser una realidad en los años venideros.

Lo de "la saga" de inmediato hizo fortuna: cuando cualquiera de los cuatro hijos acude a los juzgados para desarrollar su trabajo profesional (Cristóbal no suele abandonar el despacho de Felanitx) siempre hay un funcionario judicial, un secretario, un fiscal o un juez que comenta: "ahí va uno de la saga". Se les conoce en todos los ámbitos judiciales. "Lo más divertido es la hora del café", comenta la menor, Lucía, que explica que en el bar cercano al despacho, reunidos los cuatro hermanos y el padre, de inmediato llaman la atención. Se trata de cinco abogados departiendo de asuntos profesionales. Lo peculiar es que son padre e hijos.

Características especiales

El que el bufete Valladolid sea un despacho formado por padre y hermanos le da unas características especiales, al menos es lo que ellos dicen. "Compartimos los temas, nos preocupamos por los asuntos de los demás, lo que hace que las discusiones sean constantes, y a veces acaben a gritos, sin que pase nada por ello, porque somos todos muy buenos amigos", afirman al unísono la tres hermanas, mientras el padre y el hijo asienten resignados esbozando una amplia sonrisa. "Tenemos mucha carga de trabajo", manifiestan, a la que contribuye los clientes extranjeros, británicos, que solicitan sus servicios. Los hijos, también el padre, dominan perfectamente el inglés, "es nuestra lengua materna", precisan los cuatro.

Al preguntar por el asunto de las cláusulas suelo, Juana comenta que suele ser habitual que venga gente al despacho con sus escrituras y se decepcionan si se les informa de que en ellas no existe la cláusula, lo que resulta muy curioso, porque no les gusta que se les diga que no se les ha cobrado de más, que en su banco no se la han establecido". "Deseaban tenerla -añade- para así poder reclamar". "Además -prosigue- con esas cuestiones llegas a ver cosas muy chocantes, como el caso de que la misma entidad, el Banco Popular, en escrituras idénticas, en las que no hay ninguna diferencia, en una esté establecida la claúsula suelo y en la otra no, es algo que no deja de ser sorprendente".

¿Cómo lleva Juan Jaime la "presión" de sus tres hermanas? Dice que bien, al tiempo que las tres aseguran que es "la estrella" del despacho, aunque solo sea porque la mayor, al nacer, le daba el biberón. Son 12 los años entre una y otro. Juan abandona la reunión, puesto que tiene que acudir a los juzgados de Vía Alemania. Un cliente reclama su presencia. Queda dicho que en modo alguno pasan desapercibidos. "Les hacemos mucha gracia -asegura Apolonia, la mayor- siempre hay alguien que hace referencia a la peculiaridad del bufete Valladolid. "A ti no te conocía todavía", le espetó una jueza a Juana en cierta ocasión, y es que en el lapso de pocas semanas ante su señoría habían informado sus otras dos hermanas. Se ha dado el caso de que en los juzgados de Inca, en un mismo día, tres de los cuatro hermanos han estado presentes ante distintos jueces.

Guardia Civil

También en las dependencias de la Guardia Civil el bufete Valladolid es muy conocido. Más de dos veces, al personarse en los cuarteles, se les ha dicho desenfadadamente "ya está aquí un Valladolid". Los cuatro hermanos han extendido su fama en todos los ámbitos de la profesión.

Otra de las anécdotas que ponen sobre la mesa tiene como protagonista a Lucía. Con un embarazo ya muy adelantado, por lo tanto notoriamente visible, tenía que asistir a un jucio que, por diversas causas, se había aplazado en varias ocasiones. Coincidió que la nueva fecha establecida por el juez era la que se le había dado en el hospital de Manacor para realizarle una prueba insoslayable. La disyuntiva hizo que a Lucía la sustituyera su hermano Juan. La jueza, extrañada, pregunta la razón, y es Apolonia la que acude a su despacho para darle las oportunas explicaciones, lo que acabó por desorientar completamente a su señoría, que estupefacta, preguntaba qué había sucedido con el embarazo, que no se veía por ninguna parte. Al final, la carcajada fue general, porque la jueza, incrédula, no dejaba de preguntar: ¿Pero tú no estabas embarazada?" También se ha dado el caso de que un juez se dirija a una de las hermanas diciéndole que todavía no la conocía, cuando lo cierto era que ya había informado en su juzgado.

Cristóbal Valladolid va asintiendo a lo que cuentas sus tres hijas. Comenta que en Felanitx, lógicamente, su bufete es ampliamente conocido, pero precisa que no es el único, que aproximadamente hay una veintena de profesionales de la abogacía trabajando en el municipio. Al decirles que puede parecer sorprendente que digan que su carga de trabajo es muy considerable cuando parece que hay muchos despachos que, debido a la crisis, la han visto disminuir notablemente, responden que puede deberse a las muchas especialidades que abarcan, lo que hace que su clientela esté muy diversificada.

Sugerencia

¿Tan planificado estaba que sus hijos estudiasen Derecho? La pregunta coge a Cristobal un tanto desprevenido. Las hijas se apresuran a matizar que la "sugerencia", en modo alguno imposición, que les hizo su padre fue unánimemente, a la vista está, acogida con agrado. "Nos gustó desde el principio -aseguran-, porque la del Derecho siempre nos pareció una profesión muy interesante".

Así fue cómo un piloto militar, que pensó que sus hijos fuesen ingenieros aeronáuticos, después de crear dos compañías aéreas y abandonarlas, les encaminó, contando con su anuencia, hacia el Derecho hasta culminar la operación abriendo un bufete que se ha hecho conocido en la isla. ¿Ahora qué", la pregunta queda irremediablemente en el aire, puesto que la tercera generación, la de los primeros nietos de Cristóbal, todavía tiene años por delante antes de eclosionar e incorporarse al despacho, porque esa es la no confesada ambición del abuelo, que probablemente hay que hacer extensiva a las hijas.

Si se les inquiere sobre lo que opina la madre inglesa, responden que dos de sus hermanos, ya fallecidos, también eran abogados, por lo que entiende perfectamente lo que sucede en su familia, que está "muy orgullosa" de ver a sus cuatro hijos compartiendo el mismo despacho, aunque las reuniones familiares sean "excesivamente monotemáticas". En cuanto a los maridos, lo sobrellevan como pueden. Uno de ellos, cuando su mujer le habla de cuestiones jurídicas, acaba por decirle que la cuestión no le interesa, que le comente otra cosa, "y es que llegamos a ser un poco pesadas", asumen.

Esa es la familia Valladolid en su vertiente profesional. Insisten en que no conocen otro despacho de abogados en el que trabajen cuatro hijos y el padre, cosa que dicen que a Martín Aleñar, decano del Colegio de Abogados, "le haga mucha gracia nuestra circunstancia".

Cristóbal Valladolid, a pesar de haber cruzado la frontera de la setentena, no tiene intención de jubilarse, entre otras razones porque sus hijos no se lo permiten. Ha sido y es el núcleo del bufete Valladolid. Así parece que va a seguir siendo en el inmediato futuro.

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