Me siento español básicamente porque sentirme noruego me parecería raro, aunque no tendría problema alguno en sentirme cubano, inglés, argentino o turco, por hablar de los que más conozco. Hay tantas maravillas, que pensar que lo mío es especial es una imbecilidad casi perfecta. También me siento mallorquín, madrileño, asturiano, andaluz, catalán€ la relación es larga. Pero todo eso no tiene nada que ver con pensar que ser español sea sagrado, como aseguran algunos gilipollas; y tampoco con que lo importante sea la identidad catalana, como sostienen algunos capullos integrales, transmitiendo ambos ese devastador sentimiento de generación en generación, fabricando imbéciles a ambos lados. Imbéciles que no saben que son imbéciles. Ese es el problema.
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Los puntos sobre las uves