Pese a quien pese, los vinos mallorquines empiezan a ser profetas en su tierra gracias al turismo alemán, lo que llevó a varios teutones, casi siempre empresarios, a crear bodegas en la isla, eligiendo casi siempre lugares especiales, especialmente fincas, la mayoría en decadencia, a la vez que rehabilitaron los edificios delas mismas, muchas veces casonas. Este es el caso Son Campaner, finca situada entre Inca y Sencelles, cuyas viña fue plantada entre el 2000 y el 2004, con un inicio de cuatro hectáreas. Sus enólogos son Eva Maier y Stefan Winrling, a la vez responsables de la bodega Winrling. Entre sus vinos más recientes está el Blanco Son Campaner 2016, nacido en las nuevas instalaciones. Se consiguió este blanco con Macabeo, Chardonnay y Moll. Tuvo crianza en sus propias lías. Le domina un tono amarillo pajizo. Entre sus aromas sobresalen los de frutas blancas, hierbas y cítricos. Tiene una acidez equilibrada, con notas campestres.
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