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Memorias de la cocina

La gente del mar recuerda los años difíciles (III)

La gente del mar recuerda los años difíciles (III)

La gente del mar practicaba el arte de sobrevivir de forma ingeniosa y sabia. ¿Quién come ahora sopas de lisa? ¿O de oblada? ¿O de salpa? Hasta hace pocos decenios se preparaban, caldosas, con la base de estos pescados -que eran considerados comunots- con unas pocas verduras. El arte radicaba en convertir en algo apetecible lo que era un remedio contra las carencias.

Estas sopas se preparaban los días de temporal, cuando las barcas quedaban amarradas. Se pescaba la lisa con caña o con redes, en el interior del puerto. La dependencia del mar era grande: por la falta de medios para adquirir carne y porque no estaban acostumbrados a ella. Por otra parte -fueron varios los pescadores que incidieron en este detalle- las lisas, lubinas de puerto (llops) y otras variedades, eran apreciadas porque su alimento era limpio y sano; no como hoy día, cuando las aguas y los fondos marinos de los puertos están llenos de plásticos, botes, botellas y carburantes, mientras la vida agoniza. Las aguas de la costa estaban siempre limpias, sin vertidos de ningún tipo. Salpes y oblades se alimentaban en aguas cristalinas. La lisa se vendía en la plaza o se intercambiaba por productos agrícolas. Era riquísima -cuentan- en sopas, escabechadas o al horno. "Todo cambió con la actividad turística y los vertidos de residuos al mar. Ja no va ser mai lo mateix? nos decía un viejo pescador.

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