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Desde Francia

Le Pen, Macron y los demás

En este orden, como lo oyen, respetando las posiciones en intención de voto que, a día de hoy, indican los sondeos. Aunque ya sabemos que los sondeos no son siempre fiables. Por ello entre otras cosas Fillon, amarrado al sillón, pese al escándalo del Pennygate no tira la toalla, repitiendo hasta la saciedad que "no hay alternativas mejores" que él es el único candidato presidenciable para los Republicanos. El empecinamiento de Fillon podría provocar un cisma entre los votantes de la derecha: los electores radicales que sostenían a Sarko se alinearían con Marine, mientras que los moderados fieles a Juppé se inclinarían por Macron.

Entre tanto, y volviendo al enunciado, la sibilina Le Pen, la hija del tuerto, libre de ataduras -el FN es un asunto de familia y por ello su campaña se disfraza de Bleu Marine, como para desmarcarse de las siglas de su partido y de la etiqueta de extrema derecha- cabalga en cabeza de todas las encuestas. Su discurso "patriota" es claramente anti europeísta, anti mundialista, anti sistema (como se autoproclaman también todos sus rivales) y xenófobo, con un aroma marcadamente Trump, realzado por unas gotas de Brexit: Todo es posible, salir del euro, recobrar la "soberanía" nacional, salir del espacio Schengen, vuelta a las fronteras, al franco, y al proteccionismo a ultranza. Una paradoja, o no, si tenemos en cuenta que el proyecto presidencial de Marine se construye a partir de los resultados obtenidos en las elecciones al Parlamento Europeo de 2014 cuando su FN fue el partido más votado en Francia consiguiendo 24 escaños en Bruselas. O sea, Bruselas como plataforma para conquistar el Eliseo y pegar el portazo a Europa. Ahora mismo, a dos meses de las presidenciales, nadie duda de su presencia en la decisiva segunda ronda del 7 de mayo. Pero ese día tendría que romper el ya famoso techo de cristal, o el síndrome del 21 de abril (en referencia al 2002, cuando un denostado Chirac, debilitado por diversas tramas de corruptela en la alcaldía de París, se impuso a Jean Marie Le Pen por un amplísimo margen en el mano a mano definitivo) y eso es lo que aun no está claro, todo dependerá del rival y de las circunstancias. Unas circunstancias, la amenaza real del terrorismo jihadista, la violencia en los "barrios sensibles" (un eufemismo para designar los guetos -Valls dixit- donde podemos constatar el fracaso del modelo de integración francés) que dan alas al FN. Los recientes disturbios que han sacudido de nuevo la periferia de la capital nos remiten a uno de los puntos fuertes de sus 144 propuestas para gobernar y a la promesa de "tolerancia cero", apoyo incondicional a las fuerzas del orden para acabar con esas zonas de "no ley".

El 7 de mayo todo dependerá pues del rival, y el único rival capaz de hacerle sombra en este momento se llama Macron. Emmanuel, un tipo joven, atractivo, simpático, con carisma y por el que nadie daba un duro en agosto cuando se puso "En marcha", como su partido y sus iníciales, tras dimitir como ministro de Economía y Finanzas del gobierno Hollande. Ahora, tras un trimestre llenando salas con mítines eléctricos, levantando pasiones, se ha hecho con un público ecléctico, muchos jóvenes y bastantes desencantados, muchos curiosos, socialistas, centristas y gente de la derecha moderada que podría comulgar con su credo liberal. Y digo podría, porque simpatizantes no quiere decir forzosamente electores, ya que su credo suscita dudas, no tanto por lo de liberal como por la ausencia de "programa" concreto. Macron va de francotirador, y se construye en el día a día de su campaña a medida que va subiendo en las encuestas. Por ahora solo él y Marine superan el 20% en intención de voto.

¿Los demás? De Fillon, seriamente tocado, está en principio fuera de juego. Y del trío infernal -así los ha bautizado la prensa especializada- poco que añadir: Hamon está obligado a entenderse, negociar con los ecologistas y con los insumisos de Mélenchon, si es que quiere aspirar a la segunda vuelta. Un menage à trois imposible a decir de los expertos.

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