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Arqueología

Hallazgo histórico: la torre oculta de Rafeubetx

En el borde del barranco de Rafeubetx, en Calvià, se ha fescubierto una torre de señales levantada en el siglo XIV. Ahora se procederá a restaurarla

Sorprende que en nuestro tiempo, en una isla tan urbanísticamente explota como ha sido Mallorca, todavía la Arqueología pueda deparar sorpresas de envergadura. La sorpresa se hecho presente en Calvià, en el barranco de Rafeubetx, donde se ha desenterrado, literalmente, una torre de señales, una más de las puestas en servicio en la baja Edad Media y primeras décadas de la Moderna, levantada para prevenir invasiones desde el mar de los piratas berberiscos. Ha sido el Grupo de Estudios de las Fortificaciones de Balears el que, colaborando con las autoridades militares (el emplazamiento de la torre se halla en zona militar, lo que requiere de la autorización del ministerio de Defensa para emprender cualquier actuación), el que detectó, primero, el emplazamiento en el que, según los planos, debía de hallarse la torre, y, con posterioridad, inició la excavación, que en pocas horas permitió acceder a la torre, que podrá ser recuperada en buena medida, dado que al haber estado oculta bajo tierra ha podido preservarse.

COLABORACIÓN MILITAR

Angel Aparicio, presidente del Grupo de Estudios de las Fortificaciones de Balears, destaca la colaboración que han encontrado en la Comandancia General, imprescindible para poder realizar la excavación y poner al descubierto la torre. Dice que el comandante general, general de división Juan Cifuentes, ha tenido una intervención directa, facilitando al máximo los trabajos. La colaboración de los militares ha sido tal que incluso participaron en la excavación con un teniente, una sargento y dos soldados. Fue en Semana Santa de 2016 cuando se localizaron los planos en los que se detallaba el emplazamiento de la torre, lo que permitió formar el equipo de trabajo. La organización que preside Angel Aparicio siempre está a la búsqueda de cualquier novedad relacionada con los viejos recintos militares, con las fortificaciones que jalonaban tanto la costa de las Islas como algunos emplazamientos en su interior, por el interés histórico y arqueológico que tienen. Para ello, el buen entendimiento con las autoridades militares es imprescindible, lo que, resalta Aparicio, es una constante. Los planos de la torre de Rafeubetx aportaron todos los datos necesarios para poder localizar su emplazamiento exacto y poder acometer la excavación. Gracias a ellos, se sabía prácticamente todo sobre la torre; lo único que faltaba era desenterrarla: ponerla al descubierto y comprobar cuál era su estado de conservación.

Se procedió a perimetrar el terreno, acotándose una zona de 1.200 metros lineales sobre el barranco. Los documentos custodiados en el Archivo del Antiguo Reino de Mallorca daban fe de que justo al borde de los acantilados estaba el emplazamiento de la torre, con lo que se disponía, gracias a la colaboración de un topógrafo, de la información imprescindible para iniciar los trabajos. El seis de octubre, se cursó la imprescindible petición al ministerio de Defensa para empezar a actuar. Tres meses después (cosas de las inextinguibles inercias de la burocracia de la Administración) llegó la autorización, lo que posibilitó a la Comandancia General poner a disposición del Grupo de Estudio los medios para iniciar la excavación. Se tardó aproximadamente hora y media en localizar la torre, certificando el espeleólogo que los restos detectados eran naturales, pertenecían a la torre. Seguidamente, se puso al descubierto el túnel que en el mismo acantilado comunicaba con las salas de la torre. Estaba intacto desde que fue abandonado en la década de los cuarenta del pasado siglo. Lo que sucedió entonces constituyó una pequeña odisea.

GRANDES RATAS Y MURCIÉLAGOS

Al introducirse en el túnel, se dieron de bruces con una colonia de murciélagos de considerable tamaño y ratas de dimensiones igualmente notables. Aparicio resalta que se tuvo que avanzar tomando algunas precauciones, puesto que las ratas no eran de fiar. Superados los obstáculos, apareció la base de hormigón, muy posterior a la torre primitiva, así como otro círculo, igualmente de hormigón, construido para reforzar la torre en los años cuarenta, a fin de adecuarla para ser utilizada como defensa en una hipotética invasión desde el mar, que en aquellos años se temía que pudiera acontecer. Después, por fin, se pudo acceder a la torre, de la que subsisten dos zonas en muy buen estado de conservación, lo que posibilita una intervención importante. El resultado de la excavación, plasmado en el correspondiente informe, ha sido remitido al ministerio de Defensa.

La documentación histórica sobre la torre especifican que en el siglo XIV en la zona, denominada Trafalempa, ya se disponía de elementos de vigilancia, pero se trataba de un sistema de vigilancia muy rudimentario, insuficiente para avisar con la antelación necesaria de una posible incursión desde el mar, que eran constantes. Ello obligó a los jurados del Reino de Mallorca a contratar al maestro picapedrero Antoni Planes para que procediera a la construcción de dos torres en la zona de Rafeubetx por el precio de 370 libras. Una de las características esenciales de la torre levantada por Planes fue la de constituirse como torre de señales, de vigilancia, y no estrictamente defensiva. Benet Verger, requeridor del Reino, constató, en el año 1579, que únicamente disponía de armamento manual para uso de los torreros, así como de un "fester" para realizar las señales. Enlazaba con las torres de Malgrat, por Levante, frente a la costa de Santa Ponça, y de Cala Figuera por Poniente. La torre de Rafeubetx nunca dispondría de artillería.

El historiador J. Bautista Binimelis deja constancia de que "en el lugar antiguamente de Trefalempa, descubre por poniente la torre de Malgrat, la torre de la Mola de Andratx y por levante la talaia del Cap Blanc, la d´Enderrocat, la d´Illetes y lo campanar de la Seu y la torre de Cala Figuera". Añade: "cada nit fa los fochs i les fumases de día".

Una posterior descripción, con fecha de 1807, en plena Guerra de la Independencia, documento que se conserva en el Archivo de la Comandancia General de Balears, permite conocer cómo era la torre. Especifica que "tiene la misma altura y diámetro que la torre de Cala Figuera y no puede tener artillería. Existe una espingarda y dos fusiles. Tiene dos torreros. También se sube por una escalara de cuerda. Dista dos horas y media de Calvià. Esta descripción se debe a que en el año 1570 se procedió a reconstruir el matacán y la garita del terrado, lo que hace que las ménsulas halladas, enterradas en la tierra durante el proceso de búsqueda no sean los originales.

Otro detalle a tener en consideración es el de que la torre, sobre la terraza, como la gran mayoría, disponía de un porche que cubría la salida a la misma, utilizado para almacenar los distintos utensilios de los torreros. Era una circunstancia que le confería una fisonomía bastante diferente a las que hoy podemos observar en las gemelas de Cala Figuera o Cap Blanc.

El archiduque Luis Salvador la denominó torre de Refenbeix, equivocándose al señalar que disponía de diversas piezas de artillería. También deja constancia de que en 1867 fue traspasada a la Hacienda Pública con las caseta de los torreros y un aljible inservible. Fue tasada en 2.325 pesetas. Hacia 1876 el noveno marqués de Bellpuig la adquirió junto a la torres vecinas, pero en 1914, coincidiendo con el inicio de la Gran Guerra europea, la Primera Guerra Mundial, y a fin de reforzar la defensa de Palma, el Ejército procedió a expropiar los terrenos al considerarlos zona estratégica. En aquellos momentos no se descartaba que se pudiera desencadenar una operación militar contra Ciutat, a pesar de que España se había declarado neutral, permaneciendo al margen de la guerra, aunque se ha sabido que el rey Alfonso XIII solicitó un informe para saber si las Fuerzas Armadas españolas estaban en condiciones de involucrarse en el conflicto. El informe constató el penoso estado en el que se hallaban, lo que hizo inevitable declarar la neutralidad. Durante la guerra buques de la Armada británica fondearon en el puerto de Palma. Poco después, en 1917, cuando la contienda todavía no se había decantado a favor de los Aliados, se instalaron en la torre cuatro piezas de artillería de costa, que, curiosamente, no se montaron hasta una década más tarde, en 1927.

Llegamos a 1943. Estamos en plena posguerra española. La Guerra Civil había finalizado el uno de abril de 1939. las penurias eran inmensas. En ese año se decide adosar a la torre una estructura de obra para proceder a montar un observatorio y un telémetro subterráneos. En 1952, dado que interfería los disparos de las nuevas piezas de artillería, fue parcialmente derribada y cubierta de los restos del derribo y de tierra para mimetizarla con el terreno, imposibilitando la detección aérea, lo que no se hizo constar en el Inventario del Patrimonio Cultural Europeo, cosa que derivó en que en los últimos sesenta años la torre de facto dejara de existir.

DESAPARECIDA

El equipo técnico del Grupo de Estudios de Fortificaciones de Balears, resalta Angel Aparicio, ha descubierto y hecho público los restos de la torre de Rafeubetx. Adosadas a la torre han aparecido los restos de instalaciones militares anexas levantadas en 1940, año en el que la torre fue utilizada como "puesto de observación y telemétrico". Sepultados bajo el acantilado, a 14 metros de profundidad, se han hallado las instalaciones del "puesto de mando" que comunicaban con la torre. Situada en una zona ANEI, lo que le confiere una especial protección, a salvo de la especulación urbanística, pertenece al ministerio de Defensa. Derribada en 1952 al no permitir la correcta ubicación de una de las piezas de artillería, ha permanecido oculta hasta ahora. Las piezas de artillería fueron dadas de baja y troceadas en 1996.

Angel Aparicio reitera que el descubrimiento ha sido posible gracias a la documentación y planimetría del Archivo Militar de la Comandancia General de Balears y a la directa implicación del general de división Juan Cifuentes, que incluso ha querido asistir a la presentación del descubrimiento, que ya ha sido puesto en conocimiento del ministerio de Defensa, Consell de Mallorca y ayuntamiento de Calvià. El presidente del GEFB manifiesta que los siguientes pasos serán los de proceder a dar a conocer con detalle las características de la torre así como su grado de conservación y, con posterioridad, una vez se disponga de la imprescindible financiación, proceder a su restauración para que con posterioridad, contando en todo momento con los permisos del ministerio de Defensa, pueda ser visitada por estudiosos interesados en el patrimonio histórico arquitectónico de Mallorca.

Angel Aparicio resalta que la excavación, culminada en un tiempo extraordinariamente corto, muy poco habitual, pudo llevase a cabo tanto por la exactitud de los planos a disposición de los investigadores como por la fundamental colaboración de la Comandancia General de Balears, que, literalmente, según Aparicio, se "volcó" en proporcionar los medios humanos y materiales que se le solicitaron.

En cuanto a la "odisea" de la entrada del túnel, dice que se tuvieron que adoptar algunas precauciones, puesto que las ratas "tenían el tamaño de conejos" y no eran muy de fiar; además, la colonia de murciélagos era muy numerosa. Así que avanzar por el túnel requirió medidas adicionales, aunque no se registró ningún incidente. Lo que sí constituyó una sorpresa fue constatar, una vez culminado el trayecto por el túnel, el buen estado de conservación de la torre, así como el de los elementos añadidos en los años cuarenta. La escalera interior también estaba perfectamente conservada, prácticamente intacta, así como las grandes salas utilizadas por los militares. "Todo lo que íbamos encontrando constituyó una agradable sorpresa", enfatiza Aparicio, quien asegura que cuando se pudo comprobar que por lo menos había dos metros de torre susceptibles de una intervención que posibiliten su salvaguarda, consideró que el objetivo de la excavación se había logrado con creces. "Hay que tener en presente -señala- que la torre estaba desaparecida, incluso muchos no sabían que había existido, por lo que al conocer la documentación que demostraba su existencia y los planos que detallaban el concreto lugar de su ubicación podía suceder que no quedase de ella ni el más mínimo resto". "Al iniciar la excavación -prosigue- no teníamos ni idea de lo que podíamos hallar, si es que nos topábamos con algo, por lo que la sorpresa ha sido muy agradable, nos ha ilusionado muchísimo". "Al entrar en el túnel -concluye- estábamos expectantes, con muchas ganas de dar con la torre, a pesar de la anécdota de tener que vérnoslas con murciélagos y ratas, que allí tenían un cobijo perfecto, ignorado por todos menos por ellos".

Cuándo podrá ser visitada la torre. Para la pregunta, por el momento Angel Aparicio carece de respuesta. Es al ministerio de Defensa a quien corresponderá decidir cómo se articula el régimen de visitas. La zona militar siempre impone restricciones a la hora de poder adentrarse en ella.

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