Una de las fórmulas culinarias que va extinguiéndose poco a poco es la que se conoce como farinetes o farines que, como es lógico derivan del vocablo farina (harina).
Las farinetes no son exclusivas de nuestra isla al ser un alimento que ya preparaban los griegos y los romanos. Es lógico, por tanto, que su práctica se extendiera por la cuenca mediterránea, aunque las recetas han ido cambiando de una a otra zona. Por ejemplo, las varias recetas de farinetes (al menos cuatro) que proponía Marco Gavio Apicio (25 aC.), en su De re coquinaria libri X, difiere de las que conocemos en Mallorca en detalles que para nuestras farinetes no son habituales: cerebros de cordero, albóndigas de carne y especias como el levístico (apio de monte), hinojo en grano, vino, gárum (un potenciador de sabor hecho a base de pescado azul); pero en esencia es lo mismo: una pasta hecha a base de harina, sin grumos, que se prepara lentamente al fuego.
En Grecia se preparaban con harina de cebada y en Roma también se utilizaba la de trigo. Sabemos que seguían preparándose en la edad media porque aparecen en el Llibre de Sent Soví (1324). Después del descubrimiento de América se consideraba superior la harina de maíz. En todo caso, en Mallorca ha llegado hasta hoy, aunque es un plato en vías de extinción. No pasa lo mismo en otras latitudes, que lo consideran uno de sus platos nacionales.
