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Memorias de la cocina

Los embutidos: aprovechamiento cárnico al máximo

Los embutidos: aprovechamiento cárnico al máximo

La humanidad que conocía la carne de caza antes del fuego, necesitaba conservarla puesto que en pocos días se echaba a perder. Años después, la transformación de la carne y derivados en embutidos permitiría mantenerla a lo largo de muchos meses, además de potenciarle su sabor.

Con el fuego, se inició el dominio del ahumado y la cocción de la carne, lo que permitiría su conservación. Pero sin duda, el paso clave para no echar a perder la carne y la creación de los embutidos, fue la aplicación de la sal en la alimentación y conservación, descubrimiento que se documenta en el año 2670 a.C. A partir de entonces se iniciaba el comercio de los alimentos -carne y pescado- en salazón.

Tanto Grecia como Roma conocían algunos embutidos, pero en la Edad Media se generalizó el uso de la carne de cerdo para elaborarlos, siempre de forma artesanal.

En nuestra isla se irían desarrollando los diferentes embutidos que conocemos hoy, entre los que destaca la sobrasada, originaria de Sicilia, país con el que se mantuvo una gran relación comercial debido a la importación de trigo.

Sobrasada, camallot, butifarra, botifarró, blanquets, llonganissa, manteca, saïm vermell, pasta de hígado€ fueron apareciendo en nuestras despensas. Y no fue hasta la segunda mitad del siglo XX cuando una labor artesanal, la matanza y creación de embutidos, se industrializó de forma generalizada.

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