Todavía hay gente que desconoce que el clima, la tierra y el toque que le da a su vino cada elaborador crea cambios morfológicos en los logrados con variedades autóctonas que cambian de territorio. Por lo que no es raro escuchar comentarios sobre lo diferente que sabe una garnacha riojana a una del Priorato, y no digamos con las variedades francesas trasplantadas a otro país. En Mallorca, a estas alturas, las variedades foráneas implantadas, especialmente francesas, ya se han adaptado perfectamente en su mayoría, dando vinos bastante diferentes a las de las zonas de origen. Un ejemplo de no producirse rechazos al cambio de zona es el tinto Syrah 2012 de la bodega Son Prim, conseguido con esta variedad francesa. Su crianza, en barricas de varios países, fue de un año. Adopta una tonalidad de rojo intenso. Entre sus aromas resaltan los de frutas negras y confituras. En el paladar se detectan taninos correctos marcando un recorrido elegante.
Es vino para rabo de vacuno, ´pasteló´ de caza, cabrito asado o un ´turneró´. Probad con un queso de ovella rotja´ isleña.
