"Tras el impacto causado por los informes acerca de la inconveniencia del excesivo consumo de carnes rojas y procesadas conviene recordar que el pan y no la carne, fue la base de la alimentación popular. El consumo de carne (roja y blanca) era un signo de distinción y de diferencia de clase, pero la realeza y su corte pagaban los excesos con la vejez prematura y los frecuentes ataques de gota.
La alimentación del pueblo llano, incluso en los predios y algunas casas acomodadas, se basaba en el pan, que representaba el acompañamiento adecuado para cualquier tipo de comida, ya fuera queso, embutidos o simplemente unas aceitunas. En el siglo XVII la ración individual diaria para un hombre era de 800 gramos de pan al día, antes -claro- que se introdujeran y popularizaran los alimentos venidos de América, tan básicos como la patata, el tomate o el pimiento, entre muchos otros.
El aprovechamiento del pan (que se cocía semanalmente en el horno) era tal que no se desechaba jamás un mendrugo, ya que con él podía elaborarse un pancuit (versión mallorquina de la sopa de ajo) o unas sopas, que admiten una gran diversidad de matices. No obstante, últimamente cayó el consumo del pan, demonizado y señalado por muchas dietas como el causante de los kilos de más. Cambiamos la dieta tradicional popular por un consumo exagerado de carne. Quizás haya que volver la vista atrás.
