Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La casa / Arquitectura

Sant Francesc, un hotel singular

Un palacio en Palma de finales del siglo XIX, que fue residencia de la familia Alomar, y que ha sido transformado en un establecimiento turístico

El inmueble que alberga el hotel es en realidad un palacio de finales del siglo XIX, que fue residencia de la familia Alomar, que hiciera su fortuna en América. Tenían una gran tradición ecuestre, y prueba de ello son las excelentes cuadras que disponía en edificio, y documentos históricos encontrados que ameritan premios en carreras en Francia y otros lugares. Esa parte de la historia todavía se respira en cuanto uno cruza el umbral que separa la recepción del patio central, una auténtica maravilla arquitectónica totalmente reconstruida pero fiel a la original.

Es importante destacar esto, porque todo hotel, además de un lugar de encuentro entre visitantes y foráneos, también necesita una historia que contar, y el hotel Sant Francesc sin duda la tiene. Una historia ligada a Palma y a muchos de sus habitantes y visitantes más ilustres.

El nuevo hotel está ubicado en la plaza Sant Francesc de Palma, que reciben su nombre de la Basílica de la plaza, un lugar de referencia de mallorquines y viajeros ilustres como Fray Junípero Serra o Ramón Llull, por lo que no puede haber mejor lugar para recibir visitantes como un elegante ejercicio de reciprocidad.

La reforma del edificio para adecuarlo al uso hotelero ha contado con varios factores determinantes. El primero de todos ellos la implicación personal de la nueva propiedad del edificio, la familia Soldevila Ferrer, de gran tradición hotelera en Barcelona liderando el Grupo Majestic. La dedicación personal de todos ellos, capitaneados por Andrés Soldevila Ferrer, ha sido fundamental para definir los estándares de hotel 5 estrellas deseados, también para convertir el inmueble en un hotel de referencia en la ciudad, tanto por el nivel de acabados, mármoles, maderas nobles, textiles, obras de arte? de altísima calidad, como por el servicio que se pretende dar. Mantener el nivel de exigencia hasta el final de la obra, contra calendario y presupuesto, ha sido todo un reto.

El segundo factor determinante fue el equipo. Un proyecto de estas características no sale adelante sin el esfuerzo coordinado de muchos especialistas. Para ello contaron con IHP, de Tolo Cursach, un equipo multidisciplinar especializado en hotelería que en este caso ha desarrollado los proyectos de arquitectura e ingeniería, además de encargarse del Project Management de la obra. El proyecto de Interiorismo es de Mª José Cabré, el de Paisajismo de Ana Esteve, y el de Iluminación de Josep Lluis Xuclà. La suma de las calidades combinadas de estos actores ha sido un camino apasionante aunque no exento de dificultades que han podido recorrer en un tiempo record, solo un año, para poder abrir el hotel antes de Semana Santa pasada.

Tercero y no menos importante, el edifico y sus singularidades. Un hotel Singular. Una terraza plana de 200 metros cuadrados a 12 metros del suelo, a la vera de la basílica de Sant Francesc, que ha permitido situar una magnífica piscina desbordante y una terraza Chill out. Las magníficas cuadras que se han convertido en el restaurante del hotel (sólo podía llamarse Quadrat), un jardín exterior de 250 mts, vinculado con el restaurante, con palmeras centenarias de más de 25 metros de altura, un gimnasio muy especial ubicado en uno de los aljibes troco-cónicos del edificio, tan típicos del casco antiguo de Palma, un patio mallorquín tipo clastra que no podía faltar , con su galería de madera restaurada en el piso superior, con toldos para resguardarse del sol, también típicamente mallorquines y 42 magníficas habitaciones, de dos tipologías muy diferentes . Las del piso primero o piso principal, reconociendo los elementos catalogados que se han conservado y se ha hecho un ejercicio de respeto dialogando con ellos. Todas ellas, las habitaciones son de gran altura. Las del piso segundo, acabadas en colores más claros, con techos inclinados con bigas de madera vistas, tienen quizás un aire más informal aunque igual de elegante. Parece obsesiva la búsqueda de la perfección estética, y se consigue, alcanzando la excelencia en algunos puntos . Se da una respuesta diferente a cada necesidad. En definitiva, un hotel singular, sin duda.

Compartir el artículo

stats