El asesino de la catana de Bunyola se sentará en el banquillo de los acusados el próximo lunes en la sala del jurado. La Audiencia de Palma tiene previsto juzgar a Andrés R.G. la semana que viene por matar con una espada japonesa y dos cuchillos a una excompañera de trabajo, Catalina Frontera Hidalgo, de 54 años y vecina de Santa Maria, a la que culpaba de su despido laboral, en la finca en la que ambos trabajaban, en Bunyola, en abril de 2013. La fiscal reclama una condena de 20 años de prisión para el imputado, de 47 años, por un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento. También solicita una indemnización de 300.000 euros para los herederos de la víctima.

Por su parte, la acusación particular pide 25 años de cárcel por el brutal crimen con la agravante de ejecutar el hecho aprovechando las circunstancias del lugar, tiempo o auxilio de otras personas. El hombre, que está preso, confesó el asesinato ante la Guardia Civil tras su detención y explicó que quería vengarse de la mujer.

El sospechoso se sentará el próximo lunes en el banquillo en la sala del jurado popular. Según la versión del ministerio público, desde principios de 2011, Andrés R.G. había trabajado como jardinero y ayudante de mantenimiento en la finca Ca na Apol·lònia, ubicada en la carretera de Santa Maria a Bunyola, donde incluso llegó a vivir haciendo de casero. La propietaria de la lujosa casa residía en Hamburgo y dejaba la finca al cuidado de la administradora, una extranjera, que también se encargaba de contratar al personal para la limpieza y mantenimiento de la propiedad. Entre la plantilla contratada, se encontraba el presunto asesino, quien finalmente fue despedido por la administradora en diciembre de 2012 al no desempeñar bien su trabajo. Primero, hacía de jardinero correctamente, pero a principios de diciembre de 2012 cambió de un día para otro. Según la fiscal, incluso llegó a realizar actos ofensivos, intimidatorios y agresivos ante la administradora, por lo que a mediados de ese mes ella le despidió.

Junto al sospechoso, también trabajaba desde 2007 en la finca como encargada de las tareas de limpieza Catalina Frontera. En fechas próximas al despido del hombre, este tuvo una fuerte discusión con la víctima, a la que responsabilizó de los enfrentamientos que él tenía con la administradora. Cuando le echaron, pensó que Catalina tenía la culpa de todos los incidentes laborales acaecidos. Sobre todo, estaba plenamente convencido de que ella era la responsable de que él se hubiera quedado sin empleo, mientras ella conservaba el suyo.

El hombre ya no regresó a la finca hasta el día del crimen, el 10 de abril de 2013. El acusado, sobre las seis y media de la mañana de ese día, salió de su casa en Inca para vengarse de Catalina. Fue con su vehículo hasta la propiedad, donde esperó la llegada de la empleada, pues conocía su horario laboral. Además, sabía que a esa hora no había nadie allí.

Una vez en la finca, Andrés supuestamente saltó una alambrada, accedió al recinto y se escondió detrás de un pozo cercano a la puerta de entrada de la casa. Al poco rato, llegó Catalina y, cuando esta iba a entrar en la vivienda, el hombre salió de su escondite y atacó a la mujer sin que ella se percatara de su presencia. Según la fiscal, le golpeó en la cabeza con una catana de gran tamaño y le causó graves heridas en la cabeza y cortes en el rostro, nariz y oreja.

Además, le clavó en el cuello hasta al menos cuatro veces un cuchillo más pequeño, de unos 14 centímetros de hoja, hasta seccionarle el cartílago laríngeo. También la apuñaló varias veces con otro cuchillo de cocina en el tórax, abdomen, zona lumbar, brazos, manos y dedos. Andrés no paró de clavarle las tres armas hasta matarla. La agresión fue brutal y el acusado le causó graves sufrimientos sin ninguna compasión, según la versión del ministerio público.