En tal fecha como hoy, bailar es un desafío. No solo a las leyes de la gravedad, sino a los dogmas de Isis. Los Vivancos barceloneses danzan doloridos sobre las tablas del Auditòrium. Contradicen la opinión de los fanáticos que atacaron su ciudad, y que tanto en París como en Manchester atentaron mortalmente contra espectáculos musicales que detestan. El cuerpo como problema. La necesidad de agitarlo y estremecerlo, frente a la condena al silencio y la inmovilidad. Habrá que seguir en vértigo, mientras el susodicho aguante.
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