Sentir la brisa del mar, el mecer de las olas, bañarse en calas que estén desiertas y disfrutar de la costa desde el otro lado está al alcance de todos los públicos. Pasar un día navegando por el litoral de Mallorca ya no queda en manos de unos pocos. La demanda crea la oferta, y cada vez son más las opciones para surcar las aguas del Mediterráneo en un navío de alquiler.

El velero Rafael Verdera es el barco más antiguo en activo de la flota española que descansa en el muelle de las Golondrinas de Palma cuando no tiene las velas izadas. Se trata de una empresa familiar que ofrece grandes experiencias en el mar: "No tenemos salidas fijas, realizamos excursiones para grupos y damos servicios a la carta", explica el armador Mikel. El cliente es el que escoge las horas de navegación, el número de personas (máximo 60), el recorrido y todo aquello de lo que quiera disponer a bordo. "Podemos dar comida o si están a dieta, sin comida", comenta el tripulante. "Nosotros damos un presupuesto según la demanda", continúa. Normalmente, la embarcación navega por el sur de Mallorca pero se desplaza a cualquier parte. Siempre tratan de llevar al cliente a lugares donde el agua sea cristalina y no haya gente, aunque sean difíciles de encontrar. Para grupos de máximo diez personas dan la posibilidad de pasar la noche en el velero. Y si se es amante de la fauna marina, realizan salidas de hasta dos semanas para ir a buscar ballenas por el mar de Liguria, cerca de Génova.

El boom turístico a finales de los setenta fue el detonante de Barcos Azules. Una empresa de transportes marítimos que flota por las aguas de la Serra de Tramuntana. La copropietaria junto a sus dos hermanos Carmen Mayol explica que su abuelo construyó una golondrina en 1966, a la que llamó Calobra, para ofrecer una travesía hasta la conocida cala a los turistas que llegaban al Puerto de Sóller. En 1975 se fundó la empresa: "Al principio, con barcos pequeños era suficiente. Crecimos con la demanda del mercado, los años 80-90 fueron espectaculares", comenta Carmen. En la actualidad, cuentan con barcos que se alquilan para pasar el día entero. Para grupos de seis hasta cuatrocientas personas, que permiten hacer el recorrido que los pasajeros deseen: nadar en Cala Deià, disfrutar de Sa Foradada o incluso ir hasta Ciutadella. La tradicional golondrina realiza el transporte de viajeros desde el Puerto de Sóller hasta Sa Calobra o Cala Tuent, con un precio máximo de 30 euros, ida y vuelta. "Los domingos se llena de mallorquines que deciden pasar el día en el Torrent de Pareis o senderistas que quieren volver en barco". Sin embargo, "el aumento de turistas que llega al aeropuerto no se traduce en una mayor demanda de nuestro servicio", comenta Carmen, quien añade que últimamente han recuperado al turista español.

Embarcación ´La Balear´. Manolo gómez

Patrimonio marítimo de la isla

Y si los amantes del mar prefieren navegar en las cubiertas de embarcaciones tradicionales, además de las opciones como el Llaüt Mallorca en Portocolom o el Tomeu Charter en Alcúdia, pueden surcar las aguas mallorquinas a bordo de La Balear. En el Puerto de Andratx se encuentra este antiguo pesquero de arrastre (barca de bou) que realiza salidas para grupos de máximo nueve personas. Una excursión que nace con el objetivo de conocer su historia y el funcionamiento de la vela latina, un sistema de origen milenario.