El milagro del verano mallorquín consiste en alojar a turistas que pagan de 6.000 a 60 euros por noche. Estas páginas se concentran en los de seis mil, los de sesenta suelen aparecer en sucesos. Hay más diferencias entre los veraneantes de lujo y los de pizza fría que entre los salarios de los ejecutivos y empleados del Ibex 35. Sin embargo, la industria de la felicidad llamada turismo deja a menudo más gozosos a los
viajeros baratos que a los caros. Se demuestra así que el dinero no da la felicidad, los residentes vivimos de guardar este secreto.