No es premio todo lo que reluce. Y menos aún camino de rosas, pero un galardón siempre "te puede ayudar a caer en gracia", observó anoche Miquel Àngel Llonovoy –¿lo mejor de la gala?– en el último vídeo de la entrega, una suerte de créditos finales jocosos que nos recordaban que "el currículum de un artista es que curri, que curre, y vitae, es decir, de por vida", advertía el actor al público tras la entrega y los discursos políticos, hilvanados a partir de los logros culturales (a veces cayendo en la farragosa estadística) del equipo de gobierno en Cort. Un clásico en las entregas institucionales. Pero ahí estaba Llonovoy para cerrar la noche con humor, aportando el valor justo de las cosas: las consideraciones fueron para la grey artística –unos currantes– por encima de palabras y políticas.

Los trabajadores de las artes que anoche alzaron estatuilla se repartieron entre Cataluña y Mallorca, otro clásico en estos galardones. Del Principat venía la ganadora del Premi Llorenç Villalonga de Novel·la, dotado con 24.000 euros, Maria Teresa Pous, firmante de El metge d´Atenes, quien recordó a Octavio Paz cuando recogió el Nobel. "Acepto este premio con agradecimiento y humildad", expresó la barcelonesa, quien desgranó algunas de las claves de su novela: "Es una reflexión sobre la verdad y la vida en la Atenas de Pericles". El jurado valoró la originalidad del planteamiento y la manera de presentar la historia. Antes que ella subió al escenario el poeta mallorquín Miquel Cardell, premiado con el Joan Alcover por Les barques de la boira. El periodista, que se acordó del resto de compañeros que cubrían el acto desde las lonjas del teatro, evocó la primera vez que se presentó al premio –"hace 34 años"–, y agradeció a la alcaldesa Aina Calvo y la concejal de Cultura Nanda Ramon que estos premios hayan vuelto a reivindicar el catalán, "porque yo, en otras situaciones, no hubiera sido capaz de presentarme", aseguró.

El de crítica literaria recayó en Valentí Soler, de Badalona, autor de Tomàs Garcés: periodisme i crítica, que fue "un escritor sobre todo conocido por su faceta de poeta, pero que en los años veinte y treinta contribuyó con su esfuerzo en los periódicos a crear una lengua [el catalán] normal para que nosotros hoy podamos ser sus herederos", reivindicó el catalán, que ayer finalmente pudo llegar a tiempo para la gala de los premios, salpimentada con los sketches de nOu, lo último de la compañía Mariantònia Oliver. De Barcelona también llegaba el galardonado de artes plásticas, el chileno Fernando Prats, que lleva 20 años viviendo en la Ciudad Condal. Junto al Premio Nacional de Cómic Bartomeu Seguí, ayer reconocido con el Ciutat de Palma de Còmic junto a Gabi Beltrán por Deu històries del barri, Prats es de los artistas internacionales más importantes que dan empuje y mayor calidad a estos galardones, pues ha sido elegido para representar a Chile en la Bienal de Venecia de este año.

Antes de entregar el galardón primerizo de cómic, "que por fin ha entrado como modalidad en los premios", dijo Seguí, el madrileño Francisco Javier Ara Santos se hizo con el de Animación Independiente por el corto Dreaming a whole life. Santos, que ha trabajado en el canal Cartoon Network, narra en esta cinta "impactante" la historia de un hombre que tiene la cara más grande que la cabeza, por lo que le cuelga y le impide gesticular. "El personaje llega un día que quiere cambiar esa situación e intenta cambiarse la cara", cuenta el realizador. Por último, Javier García Solera fue distinguido con el de Arquitectura por el proyecto Escoleta de Es Molinar, "un edificio diferenciado del entorno urbano en el que se ubica y adaptado a los niños. Esta escoleta es como si fuera un juguete inteligente, sin caer en el naïf recurrente cuando hablamos de niños", detalló García.

Los discursos de Calvo y Ramon tuvieron varios puntos en común. Uno de ellos fue reivindicar la cultura para salir de la crisis, algo que estuvo más en boca de la alcaldesa que de la concejal, quien recordó que esta edición de los Ciutat de Palma, la 55, ha sido la más concurrida de todos los tiempos, "490 participantes de 44 países diferentes". Asimismo, evocó a tres personalidades que fallecieron el año pasado: Joan Miquel Ferrà, y Bel Cerdà y Catalina Valls, "nombres femeninos que se pusieron al frente de muchas iniciativas culturales en Palma". Y nombró a algunos de los creadores que más destacaron en 2010: Agustí Villaronga (también citado por la alcaldesa), Llucia Ramis, Rafel Duran, Miquel Barceló y el articulista de este periódico José Carlos Llop. La Sibil·la, reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, que también se coló en FITUR, y algunos de los proyectos desarrollados por su departamento completaron el discurso. Aina Calvo enfiló un parlamento que ofreció más de lo mismo: logros (en etapa en pre-campaña) y repetir mucho: "hemos hecho mucho con menos", aludiendo a los recortes presupuestarios que han sufrido todas las instituciones en el último año. Y en esta crisis, asoma las orejas la cultura, "que nos está enseñando un camino, fundamentado en la confianza en la ciudad y en las personas", concluyó.

Como cada año, la fiesta continuó en el Casal Solleric, con la inauguración de la exposición de las obras finalistas del Ciutat de Palma Antoni Gelabert. Hasta allí se acercaron consellers, entre ellos Vicenç Thomàs, Albert Moragues, Gabriel Vicens y Bartomeu Llinàs; la presidenta del Parlament, Aina Rado; su homóloga en el Consell, Francina Armengol; la directora de la Oficina de Análisis y Prospección del Govern, Bàrbara Galmés; la directora de Es Baluard, Cristina Ros; su homóloga en ´la Miró´, Magdalena Aguiló; artistas como Pep Guerrero o Pedro Vidal; dibujantes como Max o Purita Campos; el cineasta Lluís Ortas, autor de los audiovisuales de la gala; editores como Francesc Moll, y muchas otras negritas que no cupieron ni en la crónica ni en el Solleric, a punto de reventar por las costuras.