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Concha Velasco: "Trabajar con actores con Síndrome de Down es un aprendizaje diario"

"Estoy estupenda. He sufrido dolores tan tremendos durante tantos años que ahora me sorprende que no me duela nada"

Concha Velasco encarna el papel de Eugenia, la madre de un niño con Síndrome de Down.

—¿Qué le ha enseñado su personaje de Olivia?

—Me ha costado aceptar a Olivia. Es un personaje difícil porque no tiene nada que ver conmigo. Como actriz, siempre saco más partido a los personajes que no tienen nada que ver conmigo. Cuando empecé a ensayar, Olivia me caía mal porque su trato con Eugenio era antipático. Le llegué a tener verdadera manía. He hecho mío al personaje con la distancia de que yo no soy Olivia. Tuve que quererla, no interpretarla. He tenido que investigar y conocer a madres con hijos Down para comprender la escena de cuando le dicen que espera un hijo con Down y el rechazo que le produce. Es una de las más brillantes y una de las que más me duelen.

—¿Con quién comparte escenario en Palma?

—Con Hugo Aritmendiz. El papel lo podría haber hecho un intérprete metiéndose en la piel de un Down, pero José Carlos Plaza decidió que fueran dos actores Down; los buscó por las mejores escuelas. Cada semana lo hace uno de ellos. No es para hacer publicidad de la obra, pero es estupendo ver el resultado de estos dos actores. El físico ayuda mucho porque si lo hubiera hecho un actor, tendría que haberse caracterizado. Son extraordinarios. Los quiero como hijos. Mi trabajo con ellos es de un aprendizaje diario, siempre me sorprenden.

—¿El texto de Herbert Morote es un desafío a la fortaleza?

—¡Sí! Para mí ha significado mucho. Es un texto extraordinario y emotivo. Herbert Morote lo escribió porque tiene un hijo con Síndrome de Down. El director José Carlos Plaza dice que es el texto que más le ha llegado al corazón.

—La obra junta en el escenario a una veterana con actores noveles. ¿Qué consejos les ha dado?

—¡Son más expertos que yo! Lo que aprenden, lo aprenden de tal manera que me han obligado a tener una enorme concentración. Soy disciplinada y jamás improviso pero no les puedo cambiar ni un gesto, ni un movimiento. Me han demostrado que puedo equivocarme o que puedo hacer una pausa más larga. Luego, en el camerino, me dicen que me he equivocado. De ellos, he aprendido el amor al teatro. No sabes lo que significa para ellos la ovación final y el público puesto en pie. A ellos les impresiona y a mí me emociona.

—Hace un año que regresó a las tablas tras su enfermedad. ¿Los escenarios son una buena medicina?

—No tiene nada que ver. Prácticamente no he estado sin trabajar. En cuanto salí del hospital, ya tenía el texto de Olivia y Eugenio. Aproveché que combinaba hospital y casa para estudiarlo. Los ensayos fueron duros porque era un rechazo personal contra Olivia. Me decían que podía haber influido que temiera parecerme a ella, pero no me parezco en nada.

—¿Totalmente recuperada?

—Estoy estupendamente. Tengo revisiones pero cada vez son más lejanas. He sufrido dolores tan tremendos y durante tantos años que ahora me sorprende que no me duela nada. Mi medicación en este momentos es nada de nada. No puedo tomar nada si me quedo afónica o por la artrosis.

—¿Una lección?

—He aprendido a ver las cosas de otra manera. A valorar a mis seres queridos que se han portado estupendamente. Siempre he sido la estrella de la familia y me he dado cuenta de que en el teatro sigo siendo la estrella pero en la familia tengo un papel secundario. Les necesito mucho. He necesitado su apoyo, su cariño, su comprensión y me he dado de cuenta de que tengo una familia maravillosa. También he descubierto la amistad verdadera. Tengo amigos que son mucho más nobles y auténticos de lo que yo pensaba.

—Siempre se ha metido en la piel de mujeres únicas. En 2016 encarnará a Juana la Loca.

—Siempre hago grandes heroínas. Olivia es una heroína porque renuncia a todo por amor a este hijo. La mal llamada Juana la Loca es un personaje extraordinario.

—Veraneante habitual de la isla. ¿Dónde ha pasado estas vacaciones?

—En Sancti Petri de Cádiz, un hotel que permite que los niños disfruten con los padres como el hotel Formentor. He veraneado 35 años allí pero hace dos años que no me dejaban viajar en avión y descubrí el Sancti Petri. Lo primero que haga en cuanto llegue a Palma será ir a Formentor.

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