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Bellver, el gran desconocido de los turistas

Es uno de los monumentos más visitados de la isla pero pocos son los que conocen algún detalle sobre él. Hay turistas que ven en las vistas el reclamo para subir hasta la colina de 112 metros donde está la fortaleza

Vista aérea del castillo de Bellver de Palma.

El castillo de Bellver es uno de los monumentos más visitados a lo largo del verano, especialmente en esos días en que el sol se resiste a salir y hace menos apetecible la playa. Algunos extranjeros los aprovechan, ataviados con la cámara réflex en el cuello o el palo selfie en mano, para subir hasta la entrada de Bellver y muchos vuelven atrás al descubrir que los tiques se adquieren en el nuevo centro de recepción.

La mayoría de los visitantes, incluso los españoles, desconocen por completo la historia que esconde esta fortaleza que se empezó a construir en 1300 a petición del rey Jaume II. La excepción siempre existe, Dolors de Girona es un ejemplo de ello. La catalana investigó que es uno de los tres fortines redondos que existen en Europa. La mujer destaca la panorámica que tiene a la Bahía y la ciudad. Asimismo, comenta que ella y su grupo de amigos son habituales en los edificios de las ciudades. "Nos gusta hacer visitas culturales", explica.

Dolors se informó sobre la fortificación de planta redonda porque le gusta y le interesa pero hay otros que lo descubrieron gracias a la formación recibida en su etapa escolar. En este caso está Mariano, un universitario de Valencia, que sabía que es un castillo esférico gracias a lo que le explicaron en Historia del Arte. Tras visitarlo lo único que le sale es: "Es único. No es la primera vez que lo veo ya que tengo familia en la isla".

El paisaje es el culpable de que a más de uno se le escape un "Oh qué bonito" y los turistas no desaprovechan la oportunidad de subirse a uno de los bancos que reposan bajo los pies de Bellver, que ofrecen una perspectiva increíble a la de Bahía, y toman una captura.

Hay varias formas de llegar hasta la ciudadela gótica. Se puede ir en coche, en taxi, en el autobús turístico, o en las líneas 3 y 20 del bus que paran en la Avinguda de Joan Miró y suben andando la cuesta. Todo ello con el objetivo de deleitarse con el paisaje y el interior de un castillo "con encanto especial".

Está situado en una colina a 112 metros de altura en medio de un paraje envidiable, rodeado de bosque y ofrece una panorámica increíble , a todos aquellos que se acercan, a la Bahía. Hay quienes solo ascienden hasta allí para disfrutar del horizonte. Manuel de Valencia es uno de los que llega motivado por ello. "Quería ver las vistas, no sé si entraré", comenta. Al final accedió ya que nadie puede resistirse a descubrir el interior del fortín. Este esperaba encontrar "armaduras, lanzas, pinturas... algo parecido a lo que hay en el Alcázar de Toledo". Lo que no debía imaginar era que en su interior le aguardaba la historia de Palma explicada en las diversas etapas de la ciudad. "No sé si va a estar muy vestido o poco cuidado", son las palabras de Carmen, compatriota de Manuel.

Visitas extranjeras

La razón no sé sabe, igual es porque visitan un país nuevo o tal vez es porque les gusta estar más informados sobre lo que van a ver pero los extranjeros son lo que, en general, están más empapados de la historia del Castell de Bellver. Al igual que los españoles van con la cámara al cuello pero en la mano, muchas veces , llevan una guía turística para que no se les escape ni un detalle. Maria es una alemana que gracias a su libro y al interés suscitado por la fortaleza conocía cada secreto del castillo.

No importa la nacionalidad, todos ellos bajan la larga escalinata que separa la fortificación de la carretera con una gran sonrisa. No es para menos, salen encantados con la expedición. "Ha sido la experiencia más bonita de mi vida", explica Igor, un turista de Ucrania que se muestra contento y sonriente.

Otro aspecto que llama la atención de la ciudadela es su planta circular. "Es raro, en mi país son largos", declara Nela una joven turista de la República Checa. Esta admite que no conocía nada sobre la fortaleza antes de entrar en ella. Pero se resiste a abandonar el monumento y por ello al bajar el último peldaño se gira para observarlo desde los pies y capturarlo una vez más.

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