Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista

Igor Tchkotoua: "Estuve en mi propio infierno, pensando que la única salida era la muerte"

Igor Tchokotoua, fotografiado en el centro de Palma. E. Mercer

Es hijo único de dos de las personas más conocidas de la sociedad mallorquina, Marieta Salas y el príncipe Zourab Tchkotoua. Por primera vez habla con un medio de comunicación sobre la que ha sido su vida, la de un Dj de fama internacional que subió a la montaña del éxito por méritos propios y que casi desde la cima cayó en el infierno de las drogas. Hoy, tras veinte años trabajando, Igor Tchkotoua vuelve a escalar la montaña del éxito en la música con el paracaídas de quien ha aprendido la lección más dura de la vida y también para agradecer la ayuda de todos los que han estado allí para apoyarle cuando más lo necesitaba. Acaba de firmar con Save House, una de las tres agencias de artistas más importantes del mundo. Se siente feliz y se le nota.

-Esta entrevista va a ser muy dura... ¿lo sabe?

-Sí, lo sé, y espero que muy bonita. Tengo ganas de contar quién soy de verdad. En muchos países del mundo soy muy conocido por mi trabajo como DJ, un artista de primer nivel que ha luchado como un jabato para llegar arriba. Me caí desde lo más alto de la montaña por culpa de las drogas, pero he conseguido volver a subir totalmente limpio. El esfuerzo ha sido enorme y se me ha valorado en todas partes. Sin embargo, en mi tierra parece que mi carrera pasa más desapercibida, quizás por mi familia, o por lo que sea ?

-Incluso para los que le conocemos su nombre resulta difícil de pronunciar y eso que en Mallorca es muy conocido.

-La 'tchk' debe ser pronunciada como che. Sabiendo eso es fácil, es de origen georgiano y es el apellido con el que he vivido toda mi vida.

-Usted tiene algo de georgiano, ¿ha visitado alguna vez el país de sus abuelos?

-Nunca , y creo que soy de las personas que mas viajo del mundo, voy de un continente a otro por mi trabajo como DJ. Iré, porque me unen lazos de familia e históricos que no desprecio, todo lo contrario, estoy orgulloso de ser Tchkotoua. Tengo amigos rusos que me dicen que soy muy georgiano porque son conocidos por su fuerte carácter aunque yo creo que soy muy Salas en ese sentido. Que es el nombre mallorquín de mi madre Marieta Salas, una señora con carácter sin duda y a la que admiro enormemente. Gracias a ellos estoy aquí, vivo y sano, con una gran carrera internacional.

-Vamos a hablar de ello. Usted siendo quien es y naciendo donde nació tuvo que superar barreras que nadie es capaz de imaginar. ¿Cómo se supera ser el hijo de, o el nieto de, y darse cuenta que la vida es dura para todos?

-Es muy difícil explicar lo que ha sucedido conmigo y mi situación de privilegiado en la vida y no parecer un idiota. La gente cree que porque hayas nacido en un determinado ambiente la vida es fácil, y no. Yo descubrí a los ocho años que la vida era muy dura, que el dinero no da la felicidad, que todos tienen problemas.

-¿Es muy duro, y muy raro para un niño de solo ocho años?

-Me di cuenta que había gente que se movía por interés. No estaba seguro de si mis amigos estaban conmigo por mí, o porque tenía muchos juguetes. Parece una tontería pero un niño es capaz de detectar ese tipo de cosas. Yo ponía una especie de barrera , me volví escéptico con los seres humanos, desconfiado. Pero ahora entiendo que es parte del crecimiento, parte del volverse adulto aprender a vivir y a perdonar a los que nos decepcionan.

-¿Parece mentira siendo hijo de Marieta Salas y del príncipe Zourab Tchkotoua? Ellos también vivían rodeados de personalidades tan privilegiadas.

-Siempre tuve la obsesión de querer hacer algo por mí mismo, no quedarme en ser el hijo de. Quería crear mi propia historia, es una cuestión de autoestima, saber que podía ser alguien sin depender de todo lo brillante que me rodeaba. A los diez años me mandaron a un internado en Suiza, en Gstaad, fue muy duro. Podía estar dos, tres o cuatro meses sin ver a mis padres, y sé que ellos lo hacían con la mejor intención. Hay chicos que están hechos para este tipo de colegios, yo no, echaba de menos el Queens y a mis amigos. Me pasé los primeros meses llorando, lo odiaba. Recuerdo a mi padre diciéndome que me haría más fuerte. Habían hecho lo mismo con ellos en definitiva. Ahora entiendo que una vida sin frustraciones y sin nada que superar no permite conocer la felicidad real.

-Usted ahora está en esta fase pero se podría haber quedado utilizando su título de príncipe de Georgia y utilizarlo para destacar sin tanto esfuerzo, sin tanto dolor?Y crearse una gran carrera.

-Aún no estoy donde quiero, estoy en el camino. Es cierto que no me relacionan con ese mundo de príncipes y me gusta mucho. Ni siquiera en Mallorca. Soy de carácter poco sociable, ya desde niño. Odiaba las fiestas. Me saca de mi zona de confort y la ironía es que me he convertido en alguien que se sube a una cabina y se convierte en objeto de admiración, o de culto. Me expongo públicamente cada vez que salgo a pinchar música, y desde niño he detestado ser el centro de atención y las fiestas. Es un gran contrasentido, surrealista. Los artistas generalmente somos muy introvertidos. Yo conecto con la gente a través de la música, creándola, poniéndola es cuando expreso mis emociones de verdad.

-¿Cuándo descubrió esa pasión?

-Siempre la he sentido. De pequeño siempre siempre iba cantando en el coche cuando la nanny me llevaba al cole. Michael Jackson en la radio y yo cantando es una imagen que se me ha quedado grabada a fuego. En el internado siempre era el que daba la música al DJ, que era el mas cool de todos los alumnos y mi mejor amigo. Hacía cintas mezcladas, compilaciones. Comencé a pinchar a los 14 años, de una forma totalmente vocacional, en Factory. Y empecé como un clubber, bailando hasta que un día un amigo me invitó a su casa y me introdujo a los vinilos y los platos. Ahí me enamoré de la profesión, y empecé a practicar muchas horas, a trabajar duro. Hay que trabajar muy duro para aprender y ser un buen disc jockey. El problema de hoy es que uno se compra un buen teléfono, hace una foto y la cuelga en Instagram y ya se cree un buen fotógrafo. Con la música pasa algo similar.

-¿Usted se sintió DJ profesional a partir de cuándo?

-En Londres. Pinchaba en fiestas universitarias. Me licencié en Empresariales pero el ochenta por ciento de mi tiempo la música estaba en mi cabeza. Comía pasta con aceite para poder comprar vinilos en el Soho y pasaba horas pinchando. Pinchar es piscología pura, todo tiene un porqué, una estructura, un principio, un crescendo, un clímax, un fin adecuado. Cuando acabé la carrera decidí ser DJ.

-¿Nunca pensó en dedicarse a los negocios familiares?

-No, quería ser yo, crear mi mundo. A mi madre no le hizo ninguna gracia y me dijo que nunca lo sería. Fue la receta perfecta, que me lo prohibiera para que se convirtiera en un reto. Yo siempre había sido fiel a la música, fue algo muy orgánico, natural, que fue pasando. Surgió. Nací para esto. La música en realidad me encontró a mí, es mi vocación, una vocación como las que tienen los buenos bomberos, o los médicos, o las enfermeras, que entregan su vida por ese trabajo que les apasiona.

-¿Solo disfruta pinchando, es eso lo que le ha llevado a salir de la comodidad mallorquina y triunfar en el mundo entero?

-Soy muy crítico con mi trabajo. Cuando lo hago bien soy muy feliz. Acabo una sesión y la analizo de principio a fin y sé perfectamente qué he hecho. Hay momentos mágicos en los que la gente está bailando en mis manos, dejándose llevar, en los que todo fluye, de conexión total. Pinchar en Mallorca es muy difícil. La comunidad de DJ es muy cerrada y poca gente me dejó entrar. Ahora les doy las gracias porque hicieron que tuviera más ganas de tener éxito. Como no me dejaban entrar en el circuito comencé pinchando las famosas fiestas de la luna llena de la Cala de Deià, que eran ilegales pero que tenían un éxito increíble. De ser 50 personas pasamos a mil. Hoy sería imposible, enseguida vendría la policía a cerrar la fiesta. Se ha puesto imposible.

-Usted ha empezado desde abajo... ¿Nunca ha utilizado sus relaciones para allanar el camino?

-Empezó todo gracias a unos amigos que me invitaron en Alemania a una sesión de Sven Vath, que hacia las fiesta Cocoon. Me enamore del tecno. A través de ellos comencé mi carrera internacional, produje para él, trabajé con manager y hacia arriba sin parar. Acabé pinchando en el Amnesia en la sala grande, que es un templo, o en el Space, que no es ninguna tontería. Lo malo es que a medida que subía en mi carrera también comenzaron mis problemas con las adicciones. Conforme más subía, más me drogaba. Las drogas son parte de la noche, yo llegué a consumir a diario y en grandes cantidades.

-¿Consumía para llenar un vacío?

-Si. Soy adictivo. Compulsivo. Empecé a los ocho años con la comida. La culpa no es de la noche, está en mí. La culpa no es de nadie, menos de mis padres, naces con ello. La base de esta enfermedad la atribuyo a la falta de autoestima, desde pequeño, que no sé de dónde viene.

-Les parecerá increíble a muchos que creían que su vida era perfecta, que era el rey del mambo. El rey Juan Carlos era su padrino, en sus años de gloria, Valentino y todos los grandes personajes de la época visitaban su casa? Y allí había un niño sufriendo mucho.

-Fíjese que don Juan Carlos me ha marcado. Era muy amigo de mi padre y yo lo decía por ahí con toda normalidad porque para mí era algo normal, no extraordinario. Lo veía, era mi padrino, extraoficialmente, pero me condicionaba porque la gente cambiaba respecto a mí. Mola el anonimato, más cuando eres niño. A mí me señalaban como el hijo de un príncipe y lo soy, pero aunque parezca mentira a los niños nos gusta el anonimato. Nos es fácil vivir con una etiqueta en una ciudad como Palma. Yo de toda la vida he rechazado ser hijo de Zou y Marieta y nada más.

-¿Rechazaba a sus padres?

-No, pero cuando eres un niño como yo era te da vergüenza sentir que eres un privilegiado. Sé que cuesta entenderlo, hay que vivirlo. Te sientes culpable. Te sientes diferente. Ahora he aceptado quien soy. Nacemos solos pero poco a poco descubres que en todas partes cuecen habas. Da igual quien seas. Yo he tenido la suerte de poder estar en todos los ámbitos, con lo más bajo y con la realeza. Lo único que importa es saber estar, la educación. Eso siempre lo dice mi madre. Es muy machacona con el tema de la educación. Ella es la que me ha salvado del infierno porque tiene una educación insuperable.

-Por culpa de su adicción usted ha estado a punto de morir varias veces.

-Hace ocho años pinchando en la sala grande de Amnesia tuve un colapso. Me desperté y lo fuerte es que quería seguir consumiendo. Ese es el problema de las adicciones. Una semana después toqué fondo y acudí a mi madre. Bendita sea. Fue ella la que me llevo a un centro y me ingresó, la que me dio la última oportunidad. La que me ayudó a enfrentarme a mis demonios. Estuve dos años interno.

-¿Dónde estaba?

-En un manicomio al principio. Los dos primeros meses fueron horribles. Intenté quitarme la vida, aterrorizado, casi loco. Cuando llevas tantos años drogándote pierdes los baremos de la realidad. No sabes lo que has vivido. Te puedes creer cualquier película. La primera semana estaba tan asustado porque en realidad estaba saliendo de una anestesia de diez años , que es lo que es droga, un anestesiante. Todos los problemas de los diez últimos años salieron a la vez. Estaba en mi propio infierno, luchando aterrorizado con mis miedos y pensando que la única salida es la muerte. Puedes quitarte la vida en un momento por algo que en realidad no es real, que no existe. Esto es la droga.

-¿Cómo ha conseguido salir del infierno? ¿Cómo reaccionaron sus amigos y familia?

-Me quede solo como todos los que han llegado a ese punto de adicción. Yo y mis camellos. Tus amigos no quieren verte destruyéndote, es demasiado duro ver que no puedes hacer nada. Y después estaba mi madre, a la que manipulé y utilicé desde mi locura, como hacemos todos en esa situación, hasta que ya no pude más y fui a pedirle ayuda. Había tocado fondo, fondo del todo. Le expliqué la verdad. Me llevó a un gran médico, Josep Corcoll, que estaba en el PAC de Esporles, y al día siguiente ya me metieron en el centro de rehabilitación en Londres. A los diez días quise escapar pero mi madre, con la que estuve hablando toda la noche en una habitación de hotel, me convenció para que volviera al tratamiento. Eso me salvó, esa noche larga en la que nos dijimos todo empezó de verdad mi rehabilitación. En dos años interno tuve que madurar lo que no había madurado en los últimos diez años. De alguna manera volví a ser el niño asustado de ocho años y ahí sigo.

-¿Qué ha aprendido en el infierno?

-He aprendido a quererme y a aceptarme a mí mismo. A ser más tolerante. Interactúo mucho mejor con lo que me rodea. He conectado con mi yo espiritual. Creo que los que creen en la religión no quieren ir al infierno y los que creen en la espiritualidad ya han estado en el infierno. Yo he elegido ser consecuente, a pensar en los demás, a ser empático.

-¿Cómo ha conseguido volver a la noche, a su trabajo , triunfar otra vez y no caer en la tentación?

-Para triunfar en la música hay que ser vulnerable, hay que sentir, ser muy sensible. Yo he aprendido a sobrevivir con mis sentimientos, con mis debilidades. En la terapia me hicieron hacer lo que hace la gente normal. Salir a la calle a buscar trabajo con un traje barato. Dese cuente que pasé de pinchar en Amnesia como una estrella a trabajar en un parque de atracciones ganando cinco libras la hora. Escuchaba la misma canción, La Cucaracha, ocho horas al día, era una tortura. Un castigo divino y un gran aprendizaje. Fue muy bueno para mi ego que en esos momentos andaba disparatado. Aprendí a apreciar lo que tengo, lo que soy, lo bien que vivimos aquí. Este mes he volado 80.000 km por el mundo solo por trabajo. Te das cuenta de cómo vive la gente en otros sitios. Aquí vivimos en el paraíso, esto no es lo normal en el mundo de hoy, es excepcional, aprecio lo que tengo. No quiero perderlo. Hay que saber ponerse limites.

-¿Cómo trabaja en la actualidad? ¿Está arriba de la montaña otra vez?

-Tengo una manager. Soy una empresa. Trabajo siete días a la semana. Soy un producto y hay que venderlo a través del marketing. Además tenemos un sello de discos, una empresa que vende música, producimos nuestra propia música, producimos vinilos, hacer entrevistas, sesiones para las radios, planificar bien el tour, etc.. Estoy en forma.

-Su cambio físico es espectacular.

-Sí, he pasado de pesar 110 kilogramos y tener que dormir con una maquina de respiración de apnea hasta hace tres meses a tener las abdominales definidas. Primero he estado ocho años limpio de drogas y alcohol, y después dejé el tabaco y he trabajado mi mente, y sigo con ello porque es un proceso inacabable. Llego la hora de poner mi cuerpo a tono con mi mente. Ahora peso 80 kg. y duermo estupendamente.

-¿Acepta ya que pertenece a una familia muy conocida y con cierto poder y muchas obligaciones?

-Sí, y estoy orgulloso. Estoy preparado para llevar el nombre de mi padre y su título con absoluta normalidad, preparado para ser, es parte de mí. Al que no le guste que se aguante. Ahora estoy absolutamente preparado, antes no. Además es algo que tengo que hacer y compaginarlo con la música. Las cosas de familia son primordiales . Creo que gran parte de mi inseguridad provenía del miedo de tener que asumir un día esa responsabilidad. La que ahora lleva mi madre con tanta dedicación es una responsabilidad que asusta, es un fardo pesado. Hay gente que está preparada desde que nace, yo he tenido que pasar por el infierno para darme cuenta. Soy un privilegiado de poder estar abierto a la vida sin ninguna anestesia.

-¿Alguien a quien agradecer algo?

-A mi madre. Lo ha dado todo por mí, a mi padre también claro. Estoy vivo gracias a ellos. Son seres humanos que lo han hecho lo mejor que han podido. A mis amigos que han estado ahí, y a los Narcóticos Anónimos, voy a ellos dos veces por semana y me ayudan enormemente. Los recomiendo a quien tenga un problema como el mío.

Compartir el artículo

stats