Apuesto a que Froilán amanece cualquier día de estos en Ibiza, la traición contra la tracción de la tradición. Los trabajadores extranjeros de Calanova prefieren que el número cuatro al trono se quede todo lo lejos posible, pero su distancia es un mazazo más grave para el verano mallorquín que el exilio de sus polvorientos antepasados. Por fortuna, la prensa rosa nos consuela al ratificar que el mayor de los borbones de tercera generación se ha independizado con más rabia que Cataluña. No consta en fotos familiares de otras playas. Salvo Ibiza, verán.
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