Si el año pasado el escenario del Principal evocaba el rojo de las llamas, el fuego del verso, este año las tablas de la sala emulaban las mesitas de un íntimo pero entusiasta café teatro, con vino en las mesas y la cordialidad de unos compañeros que se saben unidos por un mismo destino, el de la poesía. El maestro de ceremonias y director se pone en pie: Biel Mesquida da el sus a la XVI edición del Festival de Poesia de la Mediterrània con esa cadencia y musicalidad innatas a la hora de recitar poemas. Lee Domini màgic de Joan Vinyoli, a cuya memoria se le ha dedicado la velada poética de este año. Y la magia de ese "reino sublunar" del verso quiebra las almas que ocupan el patio de butacas. A ellas se dirige Mesquida: "Queridos, inteligentes y amadores de la poesía, el festival os besa tiernamente". Del bello parlamento del escritor y articulista de este diario reverdecieron algunas definiciones de poesía, construidas entre todos los participantes del concierto verbal que tuvo lugar anoche en el teatro de Ciutat. "La poesía es la lengua de la realidad, es la muerte y la caída del poder, el camino y la raíz del camino, el amor, la forma más eficaz de fijar los momentos más sublimes de la existencia, un lugar del cuerpo, un relámpago de palabras, combate y resistencia". Tal enumeración conceptual arrancó una oleada de aplausos entre los espectadores de la platea, en cuya primera fila se encontraban la directora insular de Cultura Catalina Sureda y la directora del teatro Margalida Moner.

Antes de pasar a las lecturas literarias, Mesquida reivindicó la lengua catalana, y la necesidad de que los niños y los jóvenes "aprendan estas palabras y que las personas que las enseñan sean respetadas". "Gracias, maestros y profesores de la Assamblea de docents", pronunció, para acabar solicitando el cese de los recortes en los servicios sociales. "Sólo hay que tener hambre para amar, leer y por la cultura, que haya cultura para todos, más poesía y más festival", clamó con entusiasmo.

En esta línea, el glosador Mateu Xurí destapó el recital. Sus versos hablaron de educación, libertad, poesía, nación e identidad. A continuación, la canadiense Louise Warren (Montreal) leyó un texto en francés donde redefinía el concepto de intimidad, transmitiendo "sombras con la voz".

Una poesía de raigambre más social -de hecho todo el festival basculó entre poetas intimistas y poetas que miran más al exterior- es la que leyó el gallego Rodrigo Rey Falero: "Pero es un acervo descarnado: crisis, rescate, prima de riesgo, estafa en definitiva. Qué más quisiera que escribir fuese una línea de combate; ahora la palabra es un escaso necesario, estrofas low cost que muestran lo cutre de la vida que nos permiten". En una línea similar, con dosis elevadas de humor y cinismo, con un recitativo entre el rap y el punk, sorprendió Roger Pelàez con Déu odia els catalans, donde reparó en clave sarcástica sobre algunos de los símbolos barceloneses por antonomasia, como la Sagrada Família, Jordi Pujol o Pilar Rahola. Suyo fue también el estribillo que coreó el público: "Espanya va bé amb els djs del PP".

Muy a gusto se escucharon los versos de Dionisio o los de la mallorquina Glòria Julià, quien reivindicó las cosas pequeñas y la sensualidad. "Una flor és la mort del poder". La poeta se regodeó en el sonido de cada sílaba, exprimiendo la musicalidad de sus poesías breves. Antes de regresar a su silla, junto a Mesquida, recordó para el público lo que siempre decía Blai Bonet: "La sexualitat, sempre; l´oposició al poder, sempre".

Después de apagar las velas de las mesas, el mundo marroquí y turco se escucharon en el festival. Recitaron Mezouar El Idrissi o Adnan Özer. Y luego el portugués Pedro Sena-Lino y el italiano Christian Sinicco. Blanca Luz Pulido, Lucia Pietrelli o Antoni Marí fueron los últimos en leer. Xurí cerró: "Larga vida al festival, a los versos de cada día, y corto trayecto para quien nos quiere mal". Y Mesquida despidió la noche, emocionado, después de que Palma le tomara el pulso a la poesía actual de gran parte del mundo, a sus formas, sonidos y colores. A sus preocupaciones: el amor, la muerte, el abuso de poder o el malestar social.