Michelle llegó (haciendo ruido) y se fue casi tan rápido como había llegado. La estampa del día la logró ella. Tras su visita, los Reyes, ayer de secundarios, debían cumplir con su agenda: en rojo la inauguración de los remozados jardines de sa Torre Cega. Don Juan Carlos y doña Sofía llegaron en helicóptero a las 19.30 horas a la sede de la Fundación Bartolomé March de Cala Rajada. Y alcanzaron un mirador del chalé montados en un cochecito de golf con el que los propietarios de la fundación se desplazan por unos modestos jardines de 70.000 metros cuadrados. Los fotógrafos les esperaban varios metros por debajo, una instantánea difícil. Suerte que Casa Real relajó el protocolo y permitió a los gráficos, –con una hora y media de carretera a cuestas– retratar toda la inauguración de unos espacios que llevaban cerrados desde 2001, cuando el temporal arrasó más de 500 pinos y dañó algunas esculturas exteriores.

Los políticos baleares fueron los primeros en saludar a los Monarcas. En primera fila estaban el delegado del Gobierno en Balears, Ramon Socías; el presidente Francesc Antich; la presidenta del Consell, Francina Armengol; y el alcalde de Capdepera, José Andrés Gallego. Antes de entrar en la Torre, con la exposición de pintura Abstracción y paisaje en Cala Rajada, el Rey buscó al galerista Pep Pinya y le alargó la mano.

Ya en el interior de la construcción, adquirida por Juan March y Leonor Servera, Maritín Cencillo, su hija Marita, Alfonso Fierro y los hijos de ambos, así como Luis Alberto Salazar-Simpson, presidente de la Fundación, acompañaron a los Monarcas, que contemplaron lienzos de José Guerrero, Antoni Tàpies, Gerardo Rueda o Antonio Saura, algunos de ellos prestados por la Fundación Banco Santander, representada por su presidente, Antonio Escámez.

Los discursos, con vista a los jardines, fueron seguidos por Alfonso Cortina y su mujer Míriam Lapique; por Santiago Ybarra, banquero y presidente de honor del grupo Vocento; por el hotelero Miquel Fluxà o por el galerista Joan Guaita, que obsequió a la Reina con una cesta de palmito artesanal típica de la zona de Capdepera. Doña Sofía saludó con especial efusión a la artista Euphrosyne Doxiadis, amiga de la infancia que se encuentra en la isla para inaugurar una instalación en Can Weyler.

Un cóctel cerró una inauguración que obvió una inspección ocular por los enormes jardines.