Las cenizas de Francisco Ayala, fallecido el martes en Madrid a los 103 años, serán trasladadas a Granada, la tierra natal del escritor, por decisión expresa de su viuda, la hispanista estadounidense Carolyn Richmond.

Según informaron ayer fuentes de la Fundación Ayala, los detalles de dónde se depositarán las cenizas del escritor, testigo lúcido del siglo XX y último superviviente de la Generación del 27, "se anunciarán en su momento".

De esta forma, Ayala regresa tras su muerte a la ciudad que lo vio nacer el 16 de marzo de 1906 y a la que se sintió siempre muy unido. Aunque el escritor se convirtió desde muy joven en ciudadano del mundo, el ser granadino dejó visibles huellas en su carácter, en su acento, en su sentido del humor y en su forma de encarar la vida.

Los restos mortales de Francisco Ayala fueron incinerados ayer en El Escorial (Madrid), después de que se acercaran a la capilla ardiente, instalada en el tanatorio del Parque de San Isidro, las más altas instancias políticas españolas y numerosos representantes de la vida cultural.

Todos quisieron expresarle a Carolyn Richmond el dolor que sentían ante la desaparición de uno de los grandes intelectuales del siglo XX, y en las caras de todos se notaba también el cariño que le tenían a Ayala y el respeto y la admiración que le profesaban.

Si el martes el desfile de amigos, académicos, escritores y personalidades fue incesante, ayer se acercaron hasta el tanatorio el Rey, los Príncipes de Asturias y el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero.