Diario de Mallorca

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Puntos de vista

Ni homenajes, ni fiestas, ni nada

Cualquier signo de celebración en el actual Real Mallorca es sinónimo de utopía. La camiseta amarilla no ha sido ni tan siquiera gafe porque lo habitual es perder: de rojo, de blanco, de amarillo o como sea. La película no les contagió y los fuegos artificiales les explotaron en las manos. Después de este partido, el aficionado ya se teme lo peor porque la imagen ha sido paupérrima.

Segundas partes siempre fueron peores

Es un misterio saber qué le pasa a este Mallorca en el vestuario en los descansos de los partidos. No es la primera vez, y casi siempre sucede en Son Moix. El día del Rayo no fue a mayores porque el equipo madrileño tampoco está para echar cohetes. Pero ayer la segunda parte fue un descalabro total. En lo deportivo, en lo futbolístico y en lo anímico. Y lo que es peor es que parece que nadie tiene la solución.

¿Y ahora qué?

Pues ahora ya se gastó el cartucho del cambio de entrenador, ya se acabó el mercado de fichajes de invierno, ya se han fundido los actos del Centenario, ya se va la gente de Son Moix en el minuto setenta, etcétera. Lo único que queda por delante es el desplazamiento al feudo del UCAM Murcia y luego la visita del Lugo, el Huesca, el Levante y el Alcorcón como lo más inmediato.

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