Hace ya demasiado tiempo que el mallorquinismo está viviendo una pesadilla que parece no tener fin. Por eso tiene mucho mérito que, después de la derrota ante el Elche, se registrara ayer la segunda mejor entrada de la temporada, con 9.768 espectadores. Y todavía más esperar al 0-2 del Valladolid para mostrar su indignación ante la situación que se estaba viviendo porque quizá daban ganas de empezar a abuchear mucho antes. Vázquez y los actuales jugadores no tienen culpa de los nefastos últimos cinco años, pero después de un verano en el que se planificó la temporada con tiempo, estar casi en descenso es un esperpento. El problema es que llueve sobre mojado. No obstante, la afición sigue respondiendo, por mucho que sea maltratada por los resultados jornada tras jornada.
