Es habitual, y hasta normal, que en una temporada tan larga como es la Segunda División -empieza a mediados de agosto y finaliza en la primera semana de junio-, el rendimiento de los futbolistas tenga altibajos. No se puede pretender que un jugador rinda a un gran nivel todo el curso. Ni siquiera Messi lo consigue. Pero lo que no es tan normal es que, a las primeras de cambio, futbolistas que a priori deben marcar la diferencia -por su calidad o elevada ficha-, se bajen tan rápido de un tren en marcha.
Hay jugadores que empiezan como motos y a mitad de temporada sufren un bajón. O viceversa, futbolistas a los que les cuesta arrancar y es en la segunda vuelta, en el tramo decisivo, cuando sacan a relucir su indiscutible calidad. Se espera que sea así de jugadores como Óscar Díaz, Moutinho, Salomao, Lago Junior y alguno más, que a medida que pasen las jornadas demuestren todo lo que se presupone que llevan dentro. El problema es si llegarán a tiempo porque a Molango se le acaba la paciencia.
