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Liga 1|2|3

El Mallorca saca un punto de casta en Cádiz

El grupo de Vázquez rasca un trabajado empate en el Carranza gracias a un gol de Óscar Díaz - El equipo ofrece una versión muy mejorada con respecto a la jornada inaugural - Dominó en la primera mitad y tiró de orgullo en la segunda para rehacerse del tanto inicial de Ortuño de penalti

Óscar Díaz pugna por el balón con dos rivales. lof

Un Real Mallorca muy mejorado sumó un meritorio empate en un Ramón de Carranza que lo tenía todo preparado para la celebrar la fiesta del ascenso y acabó desquiciado. El grupo de Vázquez tuvo la posesión en la primera mitad; no le sirvió para nada. En el segundo acto tiró de orgullo, no racaneó con el sudor y se adjudicó el primer punto de la temporada gracias a un gol de Óscar Díaz, el primero de su cuenta como bermellón.

Pintaban bastos para los rojillos, que se habían ido al descanso con la losa del gol de penalti de Ortuño. Mucho toque y circulación, pero nadie en ataque capaz de salirse de un guión mil veces repetido. Hasta que Óscar Díaz despertó de su letargo y esparció un buen chorro de fe entre sus compañeros.

Vázquez archivó el fallido experimento de los tres centrales y regresó al habitual 4-4-2. Es decir, dos sistemas en dos jornadas. Sobre el césped del Carranza formó de inicio el que podría ser el once tipo del Mallorca, con permiso de varios futbolistas que han empezado el curso algo desentonados. Culio y Juan Domínguez parecen asentados en la medular. Juan Rodríguez cayó ayer hacia la banda derecha, mientras que Óscar Díaz fue la referencia arriba.

El Mallorca fue un equipo lúcido y peleón desde que empezó a rodar el balón. Juan Domínguez, Culio y Juan Rodríguez se asociaban con criterio para hacer circular el esférico y entorpecer el poco fútbol que era capaz de crear el Cádiz. Yuste tenía bien sujeto a Ortuño, y solo Abel ponía en algún aprieto a Oriol.

Superados los primeros diez minutos Lago llegó hasta la línea de fondo, pero Óscar Díaz remató defectuoso. El balón cayó en las botas de Brandon, que embocó todavía peor que el madrileño. Eso estaba siendo el Mallorca, un equipo dominador pero con más fogueo que dinamita en los últimos metros.

Raras veces se ve a un Mallorca tan clarividente a domicilio, pero sin pólvora arriba cualquier equipo se expone a irse a la lona al más mínimo percance. Sucedió al filo de la media hora, cuando Ortuño se dirigía hacia Santamaría como una exhalación. Company le trabó y el colegiado no dudó. Tampoco el murciano, que envió un misil al palo izquierdo.

El Cádiz se había adelantado en el marcador con la ley del mínimo esfuerzo, lo que retrataba a un Mallorca tan cándido como ineficaz. Los hombres de Vázquez, continuaron con el mismo guión: posesiones largas buscando algún desmarque o que la fortuna llegara a balón parado.

Solo Lago intentaba algo diferente, con Brandon y Óscar Díaz fuera de foco. Un pobre argumentario para un grupo obligado a remontar.

El equipo de Álvaro Cervera no volvió a dar señales de vida después del gol, pero le alcanzó para irse al descanso con la victoria momentánea.

No empezó bien el segundo acto para el Mallorca porque quien sacó el colmillo fue su rival. El Cádiz desplegó las alas, encontrando dos pasillos por las bandas. Ortuño estaba al quite y por si fuera poco Cervera dio entrada a Güiza, pura nostalgia para el mallorquinismo.

Vázquez, por su parte, ordenó un cambio arriesgado sentando en el banquillo a Lago, el único futbolista que había dado sentido al ataque del Mallorca. Sea como fuere, un minuto después Óscar Díaz cazó una pelota en el punto de penalti y fusiló a Cifuentes. El madrileño inauguró así su casillero de goles, en barbecho desde que fichó por el Mallorca el pasado mercado de invierno.

El partido se rompió, y fue el Mallorca el que se adaptó mejor al caos. Mucho más entero que su rival, opositó a la victoria con balas de verdad. La mejor ocasión la fabricó Brandon cuando dejó solo a Lekic ante las narices de Cifuentes. Pero el serbio hizo un regate de más y Aridane se le echó encima.

El Cádiz tampoco lo había dicho todo, y Ortuño obligó a Santamaría a volar para desviar un balón que se colaba dentro.

No hubo más. El Mallorca cavó una trinchera para proteger un punto que refuerza la moral de la tropa.

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