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Análisis

Muy cerca de otro universo

Lamentablemente, muchos aficionados del Mallorca están cerca de conocer la imagen pobre del fútbol. Por desgracia, a día de hoy parece el sino de un equipo roto y sin alma, que desde hace muchas semanas navegaba como buenamente podía por la Segunda División y que ha visto acercarse el abismo de la Segunda B con la incredulidad propia de quien se siente más útil de lo que demuestra. El pequeño follón que se formó ayer, con el exbalearico Andone como dueño del fósforo que prendió el incendio, explica de forma clara que a los jugadores del Mallorca les ha sobrepasado la actual situación que viven. Les viene grande, como se dice en el fútbol. No han sabido competir esta temporada, tampoco han aprendido a hacerlo y ahora se lo tienen que jugar todo a una carta en Valladolid, sin más alternativa que ganar para obtener un premio mínimo: evitar la vergüenza de enviar al club, en el año de la celebración del Centenario, al pozo de la Segunda B. Porque eso es la categoría de bronce, un universo paralelo en el que no se lleva traje, se viaja el mismo día, se juega en césped artificial con un balón peor y casi nadie te sigue. Es, a veces, como si no existieras.

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