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Entrevista

Rolando Ramón Barrera: "En las faltas, oía a la gente aplaudir y luego se hacía el silencio"

Barrera, el pasado jueves en el Passeig Marítim de Palma. j .g. vadell

Con siete hijos y ya cinco nietos, a sus 55 años sigue enganchado al fútbol. Ejerce de Director Deportivo en el ´Academia Futeca´ de Guatemala, en contacto permanente con la base, que es lo que le apasiona. Desde el pasado jueves está en Mallorca para visitar a los amigos que aún conserva en la isla, como Damià Amer, Ramón Reus o el masajista de aquella época, Jaime Pedrós. Barrera, un ídolo para los mallorquinistas de inicios de los años 80, reconoce mostrarse desolado por cómo ha acabado el Lluís Sitjar, en donde tantas veces le aplaudieron como jugador del Mallorca.

-¿Qué sintió al ver en lo que ha quedado el Lluís Sitjar?

-Una inmensa desolación. Muy triste, no me lo esperaba. Fueron unos aficionados los que se ofrecieron a llevarme y, la verdad, es que no lo esperaba.

-Un estadio al que usted llegó pese a que su destino inicial era Las Palmas.

-Yo venía a España en calidad de cedido por el Newell´s Old Boys convencido de que iba a Las Palmas. Al llegar a Madrid, compré un diario deportivo y miré la clasificación de Las Palmas. Entonces, fue mi representante, Ramón Santos, el que me dijo: "No, donde vas está en la siguiente hoja". Y así es como me enteré.

-¿Cómo supo el Mallorca de usted?

-Por lo que me comentaron tanto Ramón Santos como Lucien Muller. Un directivo del Real Mallorca estaba de viaje por Buenos Aires y se fue a ver un partido del River Plate y le dieron una revista, como la que se dan en los campos antes de empezar los encuentros. Y allí vio mi nombre, en la tabla de goleadores, con nueve tantos. El primero era Diego Maradona, con diez.

-A usted se le recuerda por su efectividad en los lanzamientos de libre directo. ¿Lo sabía?

-Aquí hice muchos goles de falta, al igual que en Newell´s o en San Lorenzo. Pero también hice goles en otras facetas del juego, aunque se recuerdan los de golpe franco ya que quizás son más espectaculares.

-¿Cuál era su secreto?

-Que practicaba mucho. Sabía que era uno de mis fuertes y en todos los lugares en donde jugué, después de los entrenamientos me quedaba a tirar faltas una hora y media. Como en Mallorca, que lo hacía con Ramón Reus y Mariano Tirapu, quedándose Lucien Muller, que también le pegaba muy bien al balón. Y siempre lo hice en todos los sitios en donde jugué, perfeccionar mi tiro y de paso entrenar a los arqueros.

-¿Recuerda que cuando le pitaban una falta a favor al Mallorca, el aficionado ya aplaudía?

-Sí, al señalarnos la infracción, oía a la gente aplaudir y hacer comentarios; y después se hacía el silencio. No se oía nada, como si quisieran que yo no perdiese la concentración en el momento del lanzamiento.

-Y seguro que también se acuerda del ascenso en la temporada 1982-83, en el estadio Santiago Bernabéu y todos pendientes del transistor...

-Vaya si me acuerdo. Tenía al lado mío a Juancho Forneris, que en gloria esté. El pobre casi se nos muere de los nervios, estaba insoportable. Y me acuerdo del partido contra el Cádiz, que ya pudimos subir, que nos adelantamos con un gol que metí, pero después nos dieron la vuelta€ pero al final subimos, y con eso nos hemos de quedar.

-En Primera empezó jugando, pero su menisco dijo basta.

-Empecé contra el Zaragoza y el Salamanca. En ambos partidos tuve la suerte de marcar y conseguimos dos empates. Después vino el Barcelona de Maradona y perdimos como local, y yo ya tenía la rodilla izquierda lesionada. Fue el último partido que jugué, me opera el doctor González Adrio en Barcelona y volví contra la Real Sociedad -penúltima jornada de la primera vuelta-. Gracias a Dios que pude marcar los dos goles en lo que fue el primer partido que ganó el Mallorca en su vuelta a Primera. Pero, lamentablemente, pese a acabar la temporada con ocho goles junto con Gerry Armstrong, no pudimos evitar el descenso.

-Queda para el recuerdo el gol que le hizo al Barcelona en la Copa de la Liga.

-Fue sin duda el mejor gol que he marcado con el Mallorca. Aún me acuerdo cómo el ´Flaco´ Menotti me dijo "qué me hicistes" por el gol que les había marcado. Y no fue un gol de falta, sino de jugada pesonal.

-Visto con la perspectiva del tiempo, aquel equipo del Mallorca no era para descender.

-No, para nada. No fue normal. Había un buen equipo, pero también hubo unos pequeños problemas a nivel interno, lo que unido a los arbitrajes para un equipo recién ascendido como el nuestro, no nos ayudaron. Nos queda el recuerdo, en este caso malo, porque la temporada acabó en descenso.

-Continuó la siguiente campaña en Segunda, pero no se consiguió el retorno a Primera.

-No fue una buena temporada aunque pese a que el equipo no pudo ascender, yo me llevé muy buenos recuerdos de Palma. Terminé contrato con el Real Mallorca y me fui al Niza. Después volví a Argentina, al San Lorenzo de Almagro, Instituto de Córdoba y acabé mi carrera en Rosario, de nuevo en el Newell´s Old Boys. Me retiré con 32 años. De hecho, en mi último año ya estudiaba para ser entrenador.

-Usted ahora está asentado en Guatemala, ¿no le atrae volver a la isla a ejercer su magisterio?

-[Sonríe]. Aunque ahora estoy en la isla, no estoy buscando trabajo. Además, ya hay gente trabajando en el club. Por supuesto que me gustaría estar en el Real Mallorca. Aquí pasé momentos muy buenos, la isla me encanta, pero es difícil. Yo puedo aportar mi experiencia en montar estructuras de base como en su momento me enseñó Jorge Griffa, que es mi referencia.

-Al Real Mallorca actual, ¿cómo lo ve? ¿Ha cambiado mucho al de su etapa?

-Se lo dije estos días pasados a mi amigo Damià Amer y al responsable del fútbol de formación, Carlos Sureda: estoy alegre de ver el estadio en el que juega el primer equipo, tan moderno y de primer nivel. Y en cuanto a la Ciudad Deportiva, es muy bonita y con muchas posibilidades. Esto es un club de ´Champions´ por las instalaciones e infraestructura, ya que aquí se tiene de todo. Lo que hay que hacer es trabajar.

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