Cuentan quienes le vieron en el palco del Arcángel que Maheta Molango, el nuevo consejero delegado del Mallorca, mostraba signos evidentes de nerviosismo. Tiene motivos. Lo que vio ayer asusta al más tranquilo de los mortales. El equipo de Gálvez ofreció una de sus peores versiones, y lleva muchas esta temporada, tantas como veinte, las jornadas que se llevan disputadas en Segunda. Si la paupérrima actuación de ayer sirve para que el nuevo hombre fuerte de la entidad se ponga manos a la obra y refuerce el equipo, algo habremos ganado. Pero debe ficharse de verdad, no medianías. Y parece que Adrián Colunga, delantero sin equipo de 32 años, no se presenta como la solución a los muchos males del equipo, en ataque, y también en defensa. La línea de cobertura era una de las pocas parcelas que se salvaba del once, pero ahora ya no. Los tres goles encajados, que podrían haber sido algunos más, dejaron en evidencia a una zaga cada vez más sospechosa.
Las soluciones empezarán a llegar desde el banquillo. Si todo transcurre según lo previsto, en las próximas horas Fernando Vázquez se puede convertir en el próximo entrenador del equipo, en sustitución de un Gálvez siempre en la cuerda floja, y más desde la llegada de los inversores norteamericanos. No hay tiempo que perder, y el equipo necesita un golpe de timón urgente para salir de la zona de descenso. Lo que se demuestra con esta triste situación es que la planificación deportiva ha sido desastrosa. A una jornada de acabar la primera vuelta, los raquíticos veinte puntos explica muchas cosas. La plantilla no da el nivel mínimo exigido y Vázquez, o quien sea, tienen trabajo a destajo para arreglar lo que ahora se antoja irremediable.
Alves, Suárez, Benzema, James... Cada nombre daría para un artículo, pero lo dejaremos en unas pocas líneas porque no merecen más. Las descalificaciones de Alves hacia la prensa se califican por sí solas, sin saber que, al hacerlo, insulta a los miles de lectores que se informan de la actualidad del Barcelona a través de los medios de comunicación. El derbi barcelonés de Copa lo calentaron, además del presidente del Espanyol, los propios jugadores, y el que más un Suárez que reeditó su fama de futbolista conflictivo. Un matón de poca monta. El chantaje de Benzema a Valbuena, James conduciendo a 200 km/h sin hacer caso a los avisos de la Policía... Un sinsentido permitido por los clubes, que miran a otra parte cuando tendrían que tomar cartas en el asunto.
El Balón de Oro será hoy para Leo Messi por quinta vez. Desde el famoso grito de Ronaldo y su promesa de que pelearía por desbancar al argentino en número del preciado trofeo, la estrella azulgrana no ha parado de sorprender y de marcar goles. Los últimos, el sábado, de tres en tres, para un total de 33 ´tripletes´ en su inigualable carrera. Quien todavía dude de que es el mejor futbolista de todos los tiempos, que se lo haga mirar.
En otra dimensión. Djokovic ya es al tenis lo que Hamilton a la Fórmula Uno. Está él y el resto. Tras un 2015 en el que únicamente perdió seis partidos, en 2016 amenaza con persistir en su dominio, por no decir tiranía. Nadal ha demostrado en Doha, como en los últimos torneos del pasado año, que ha mejorado con respecto a meses anteriores, que cada vez está más cerca de su mejor versión. Pero, de momento, y parece que va para largo, sigue estando muy lejos del tenista serbio. Las palabras del mallorquín tras caer de forma estrepitosa en la final de Doha -la 99 de su carrera- fue como un acta de capitulación: "Nunca he visto a un tenista jugar de esta manera”.
