Ni el clarísimo penalti cometido sobre Sissoko, que el árbitro, equivocadamente, entendió como piscinazo del francés, sirve de excusa a un Mallorca que no sale del pozo. El equipo entró al partido dormido, como lo atestiguan los dos goles encajados antes de consumirse el primer cuarto de hora. Y en esta Segunda tan igualada es firmar tu sentencia de muerte.
Reaccionó bien el equipo con el gol de Coro y con la posesión del balón. Se acentuó el dominio en el comienzo del segundo periodo, pero, una jornada más, el equipo volvió a adolecer de su principal carencia: la falta de peligro en la portería contraria. Nauzet estuvo ocupado viendo cómo el Mallorca se pasaba el balón, pero prácticamente no tuvo que intervenir.
Ferrer se ha vuelto a meter en un lío. La mejoría, hasta ayer, se ha producido a cuentagotas. El equipo encadenaba seis jornadas sin perder, pero con demasiados empates. Y, con tan pobres resultados, una derrota te condena. Con un equipo diseñado para el ascenso -al menos eso es lo que vendieron desde el club-, el once de Chapi no reacciona. Son ya trece jornadas, tiempo más que suficiente para sacar conclusiones. Y la realidad es que el equipo solo ha sido capaz de ganar en tres ocasiones. Paupérrimo balance que obliga a conseguir los tres puntos el próximo sábado ante el Lugo de Luis Milla.