El de esta tarde en Son Moix será el primer partido con exigencias de la temporada y sin duda servirá para evaluar hasta dónde puede llegar el Mallorca de Ferrer. Se enfrentarán dos equipos de los que clásicamente se llamaban ascensores, que vivían una temporada en Primera y otra en Segunda, y que ahora están transitando por uno de los mejores momentos del año, con rachas de invencibilidad en las últimas cinco y seis jornadas respectivamente. Tanto Popovic como Ferrer han hecho de la defensa una virtud y se han aferrado a ella para conseguir progresar en la clasificación de una Liga Adelante que se dice competida e igualada, y lo está siendo pero sobre todo por la falta de calidad de las plantillas.
Los maños son un equipo muy rocoso y llegan a Son Moix sin haber conocido la derrota en partidos lejos de La Romareda, lo que demuestra bien a las claras las dificultades que va a tener el Mallorca para obtener la victoria. Los visitantes tienen también contragolpe y delanteros para asustar a cualquiera, pero se puede vaticinar que el gol será un tesoro para el que lo consiga, por lo que hay que esperar por encima de todo mucho respeto, lucha y control.
La ambición ha de vestir de rojo y aunque el Chapi recupera su argumento más defensivo -la vuelta al equipo de Yuste para formar el doble pivote con Sissoko-, el catalán debería apostar por hombres como el canterano Brandon o Bianchi, que puedan marcar diferencias, hacer daño y romper la muralla que se va a instalar ante Bono, el marroquí discípulo de Ezaki Badou. Ganar el partido que arbitra Munuera López -un gafe para el Mallorca, que solo ha logrado un triunfo en los siete partidos con este colegiado- supone un salto de calidad que el Mallorca debe dar si se quiere mirar hacia arriba.